Once años después (4).- Maripaz
Fecha Monday, 02 November 2009
Tema 077. Numerarias auxiliares


ONCE AÑOS DESPUÉS (4)

Maripaz, 2 de noviembre de 2009

 

 

Con el paso de los meses, me íba acostumbrando a mi nueva vída, aunque me costaba bastante.

 

Poco a poco habia aprendido a tener autonomía propia, a tomar mis propias decisiones teniendo la posibilidad de equivocarme y asumír libremente el resultado de mis propias acciones. Era como estar viviendo en un mundo totalmente nuevo.  Al ir experimentando llevar las riendas de tu vída, una especie de pasión ante lo desconocido, se apoderaba de mí. También, la duda y la inseguridad, formaban parte de mi aprendizaje...



En pocas semanas me fuí desligando del ambiente de los supernumerarios, convirtiéndome en una desertora. Tuvieron que pasar unos méses para poder cortar el cordón umbilical, que a lo largo de tantos años, me habia mantenido unida con una poderosa fuerza, a lo que había pensado que siempre sería la razón de mi existencia.

 

Deje de asistir a los retíros y a las meditaciones. Aquél ambiente se me hacía ya irrespirable. Habia descubierto mi rincón en la vída y lo saboreaba como algo uníco.

 

En el grupo se encendieron las lúces de alarma. Cuando me las encontraba por la calle, me agobiabán a preguntas. Pero mi proceso interior de ruptura formaba parte de mi futuro. Lo veía con enorme claridad, y mi decisión, estaba tomada... no volvería más...

 

Recuerdo una tarde que habia salido a comprar algo. De repente veo salír de un coche, al sacerdote agregado que me aborda sin reparos en medío de la calle y me pregunta el porqué de mi huida. Serenamente y con decisión le dije que me había independizado y que me iba muy bién. No dudé ni un solo instante, lo tenia muy claro... Viendo mi seguridad, se limitó a decirme que no dejara la mísa de los domingos. La verdad, no lo he cumplido... no he vuelto a pisar la iglesia. Quizá en ocasiones puntuales, la muerte de mis padres, algun entierro de algun familiar...

 

Corté mi relación con Dios porque le consideraba parte de mi desencanto, de mi fracaso, de mi engaño...

 

Un buen amigo me decia en una ocasión que yo, ya tenia a Dios antes de la obra. Sí, es verdad, un Dios muy distinto, pero no puedo dejar de unirle a mi derrota, me siento incapaz de mirarle de frente. Éso no quiere decir que le haya cerrado mi puerta para siempre. Puede ser que tenga que esperar a que el proceso del reencuentro, se produzca. Mientras, espero, serenamente...

 

Una vez, que empezaba a caminar por libre, disfrutaba de las cosas más sencillas, que las demás personas apenas valoraban. Un paseo, una cervecita, un pequeño capricho, no tener que pedir permiso a nadíe para hacer lo que me viniera en gana...

 

Como ya he contado, mi madre era la que se encargaba de la casa, con la ayuda de una chica de ayuda a domicilio que el Ayuntamiento y los Servicios Sociales le habían enviado, por ser mis padres mayores y acogiendose a la nueva ley que el gobierno, había implantado. Pero no podia evitar intentar quitar de algún rincón de la casa, algún objeto que se me antojaba horroroso y que a mi madre, mujer sencilla, le parecia una preciosidad.

 

Solía tener verdaderas batallas campales con ella. En mis largos años en la administracion y por mi manera de ser inquieta, había aprendido algo de decoración y buen gusto. No en vano, habia vivido en unas casas muy elegantes, en los mejores barrios de las ciudades y todo muy cuidado. Éso sí, siempre relegada en un segundo plano por mi condición humilde. Pero tambíen las personas humildes tienen su alma de artista, su capacidad creadora, su sensibilidad para la belleza...

 

Todavia recuerdo unas flores muy feas de trapo, que mi madre tenía encima de la televisión y que no pudiendo verlas alli, ni un dia más, las quité habiendo antes comprado, otras que me parecian más bonitas.

 

Mi madre, con gran caracter, no solía ceder cuando de gustos se trataba. Muchas veces, al no haber convivido apenas con ella, y por la formacion recibida, le queria imponer lo que a mí me parecia lo mejor, sin respetarla a ella como un ser diferente. Con el paso de los dias, aprendí a pedirle opinión sin invadir su espacio y sus gustos.  

 

Habia obedecido siempre, pisando mi manera de ser ante las cosas más insignificantes, sin tener voluntad propia, y trataba de hacer con ella, lo que había aprendido.

 

A los pocos dias, haciendole ver que mis flores eran más bonitas, pero que si a ella, no le parecia, dejariamos las suyas, cedía y se alegraba de mi buen gusto.

 

Mi padre, muy enfermo, sonreia mirandome con ternura...

 

Primer capítulo 

 

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