Querido JM, nos comentas que el prelado está perfectamente y que es parte de la solución del problema del Opus Dei.
Yo no tengo esas noticias. Por hijos suyos que lo quieren me ha llegado que en Santiago de Compostela, donde fue hace nada a ganar el Jubileo, estaba fatal, que no le salía la voz, y precisamente dijeron la frase textual por la que preguntaba Mz: “está con una terrible depresión”. Por otra parte, sé de buena tinta que toma medicación psiquiátrica. Tampoco creo que forme parte de la solución a los problemas que tiene el Opus Dei, porque no se ve que actúe con contundencia y transparencia, de no ser que ya no se entere de nada y no sea él quien gobierne la barca.
No es cierto que haya cambiado nada en el tema de la dirección espiritual por mucho que se diga. Se obliga a las personas a seguir actuando como siempre en virtud del buen espíritu fundacional. Es decir, se sigue manipulando la conciencia de las personas y se les obliga a desnudarse interiormente en la charla semanal porque es una costumbre que impuso el fundador, saltándose a la torera lo que diga la Iglesia a lo largo de los años, el Papa actual o el imperativo de la propia conciencia. No, no es verdad que esté cambiando nada.
Y ante la propuesta que haces de denunciar en tribunales superiores de la Iglesia, yo te animo a que empieces tú a moverte, a dar la cara y pelear un carisma divino, si así lo crees, con heroísmo y sin miedos. Yo te sigo y seguro que muchos de los 165 que firmamos el último documento enviado al Vaticano también. Pero empezad los de dentro a trabajar por el bien, la salud y la santidad de vuestros hermanos. Unios, hablad los que veis lo mismo y creéis que hacen falta renovaciones profundas, trabajad juntos y perded el miedo. Le estáis dando a la jerarquía del Opus Dei una fuerza que no tiene. Si todos y todas a una levantarais la voz, quienes manejan este invento siniestro temblarían, pero os asustan fácil. ¡Sacudíos el miedo de una vez! Si alguien se anima a empezar, que me escriba. Yo creo que no soy sospechosa ¿no?
Un fuerte abrazo para todos.
Carmen Charo
