Pequeños recuerdos de grandes errores (5).- Fueraborda
Fecha Friday, 21 January 2011
Tema 050. Proselitismo, vocación


PEQUEÑOS RECUERDOS DE GRANDES ERRORES (5)

 

Acerca de los criterios de selección

 

 

            La única documentación existente en los centros acerca de los criterios de selección, ha sido siempre la que dejó escrita el fundador. Algo tan amplio y genérico como: Virtud, talento, carácter, posición.

 

Con lo amarrado que lo tenía siempre todo para no dejar lugar a interpretaciones inexactas, ¿por qué un tema tan importante como el perfil que deben tener los candidatos, lo deja en el aire?...



Por si mi memoria me fallaba, he consultado los documentos internos y no he encontrado ninguna referencia a la selección en el proselitismo. No hace mención el catecismo de la obra, ni las experiencias sobre labores apostólicas, ni la instrucción sobre el modo de hacer proselitismo, que por cierto, no tiene desperdicio y os aconsejo vivamente su lectura.

 

Por el contrario, sí recuerdo notas de gobierno con algunas indicaciones concretas. Pero el contenido de estos avisos o notas de gobierno, como bien demuestra el escrito de Pimpinela escarlata, variaban según la experiencia, el momento, las necesidades, etc… Continuamente teníamos que hacer con ellas “lo indicado en c” (es decir, destruirlas), porque quedaban sustituidas por nuevas versiones.

 

Lo que debíamos valorar siempre, eran las cuatro características antes citadas que dejó escritas nuestro santo fundador. Por algo lo hizo así porque con semejante amplitud, ¿quién no cabía en el opus dei?

 

Esta es otra de las incongruencias que teníamos que soportar: el compaginar cuidar los criterios de selección, con el dicho habitual: todo el mundo tiene vocación mientras no se demuestre lo contrario.

 

Y a esas personas que dejábamos pitar porque no se había demostrado lo contrario, - o aunque se hubiera demostrado-, teníamos que decirles también aquello de: Dios se ha fijado en ti, y te ha llamado desde la eternidad con tu apelativo familiar.

 

Y así, con esa engañufa, iban cayendo una detrás de otra hasta cubrir la meta señalada por los directores inmediatos.

 

Recuerdo aquellos despachos de proselitismo, también con el sacerdote secretario, en los que sudábamos la gota gorda porque teníamos forzosamente que decir los nombres de aquellas personas a las que plantearíamos la crisis vocacional en los próximos días. Pitables, las llamábamos.

 

A veces se habían acabado las existencias, nos faltaba personal. O habían pitado ya, o les faltaba virtud, o talento, o carácter, o posición.

 

En esos casos, se levantaba la veda. El argumento que se utilizaba era: ahora le falta tal virtud, pero con la gracia de la vocación, la obtendrá.

 

Estaba claro que nadie se ponía en el lugar de la persona, de la víctima. Lo único que importaba, como siempre, eran los números. Cubrir el expediente. Aumentar las filas a la velocidad prevista y exigida desde arriba. Y si luego se iban, serían unos traidores.

 

Esta es la triste historia de multitud de falsas vocaciones, porque falsa era la llamada, y es el inicio de la historia de la mayoría de nosotros.

 

En la obra se quejan de esta página web, pero son ellos los que la han provocado repartiendo vocaciones a granel en sustitución de la voz de Dios, que creo no llamaría a nadie a esta empresa que no deja de ser una máquina de destruir personas y en la que no vemos ningún indicio del carácter sobrenatural que se supone en una obra de Dios.

 

Un cariñoso saludo para todos, especialmente a los promotores de vocaciones, a quienes pido encarecidamente que no confundan su dedo mágico con el de Dios.

 

Fueraborda

 

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