Horizontes, el antiguo vicario del opus en España, Tomás G., iba por los cursos anuales de numerarios/numerarias, comentando lo que se estaba haciendo en Roma para conseguir atraer al opus a Juan Pablo II.
A través de sacerdotes y algún obispo polaco, Álvaro del Portillo consiguió saber cosas personales del Papa, y con los datos obtenidos sorprenderle positivamente, demostrando cuánto le querían las personas de la obra.
Averiguó las canciones que le cantaban de pequeño, y allí se iban a Castelgandolfo las numerarias a cantárselas. Averiguó el postre que le hacía su madre, y se lo hicieron y le llevaron en diferentes ocasiones dicho dulce al Vaticano y a Castelgandolfo. Le invitaban a comer cuando era arzobispo y cardenal a Villa Tevere, haciendo gran demostración de la comida que le gustaba, de los vinos, de las doncellas impecables, de los alumnos del Colegio Romano, cantándole canciones, tertulias preparadas y que le encantaban.
Visita a la tumba del fundador. Ver las ropas personales de san Pío X, que habían conseguido les diesen sus familiares y que estaban perfectamente colocadas en vitrinas.
En fin, la gloria en la tierra.
Aprovechando que un obispo polaco estaba ingresado en un hospital de Roma, Álvaro del Portillo fue allí, y como le conocía, se hizo el encontradizo con Juan Pablo II y le dijo que rezaba mucho por su persona y sus intenciones.
Este mismo saludo, se lo daban todos los miembros de la obra que se encontraban con él, ya fuese en Roma o en sus múltiples viajes fuera de esta ciudad, y la frase era: Santidad, soy del Opus dei, y rezo mucho por Ud. y sus intenciones. Lo siguen haciendo ahora con Benedicto XVI.
No añado más detalles, pues ya han sido expuestos por otras personas.
Pimpinela escarlata