Pocos meses atrás tuve la oportunidad de conversar con Agustina. Me sorprendió descubrir que la web no es solo lo que se ve. Mails de todo tipo llegan a la mesa de Agustina, mails en los que muchos piden consejo pero no hay respuesta porque el opus se encargó de dejarlos sin un centavo y sin seguridad social. Saben, además, que si se van les espera el desamparo del mismo modo que le ocurrió a Antonio Petit. Mails de personas deprimidas que han perdiendo el sentido de la vida porque sufren una desilusión religiosa de la que no logran reponerse. Documentos internos que sólo llegan porque quien los envía sencillamente confía en la honestidad a prueba de misiles de Agustina como en su prudencia.
Al despedirnos me quedé helado pensado que la web puede ingresar en un tobogán sin regreso o sencillamente, aletargarse y morir.
En el lado oscuro los memoriosos le siguen rezando a “Enriqueta La Tonta” confiados en que cientos de personas pueden estudiar, desmenuzar y criticar al Opus pero no pueden reunir 2.000 euros mensuales para mantener Opuslibros.
De ser así las cosas poco tienen que temer en el Opus ya que son expertos en poder, control y dinero cualidades sólidas que dan continuidad a sus proyectos. El resto son pequeños obstáculos de amateurs.
Segundo