La cuestión del silencio de oficio.- Aquilina
Fecha Wednesday, 22 June 2011
Tema 040. Después de marcharse


Me asombró mucho leer los argumentos de Pimpinela escarlata por lo que se refiere al escrito de “No valió la pena” cuando habla del silencio de oficio. Observar lo que para una persona es un compromiso moral con su conciencia no puede ser en absoluto un gesto de reverencia hacia unas instancias exteriores, en este caso el Opus Dei.

El silencio de oficio no lo inventó el Opus Dei, ellos pueden utilizarlo de forma más o menos manipuladora, pueden imponerlo, aprovechándose de la ignorancia de uno, en materia que no lo exige o que hasta (por referirse a mecanismos organizativos ilícitos) requiere no guardarlo por llegar a desenmascarar esas estructuras ilícitas, pero la conciencia de cada uno tiene que seguir custodiando los compromisos que asumió en su momento. Tampoco es algo que se refiere solo a médicos, banqueros, diputados, etc. Hay un “secreto natural” que hay que guardar con todos los que te confían cosas personales e íntimas.

El hecho de que el Opus Dei no guarde el silencio de oficio no es una razón para no observar esta obligación, sino todo lo contrario: yo me salí del Opus precisamente para no seguir determinadas actuaciones y formas de llevarme. Precisamente porque en el Opus Dei no guardan el silencio de oficio –y eso es inmoral- yo, saliendo lo voy a guardar cuidadosamente, no en lo que ellos me dijeron que era materia, sino en lo que mi conciencia juzga que es materia.

En mi caso –y subrayo que se trata de una conducta que hasta este momento mi conciencia cree adecuada, y que puede cambiar en cuanto llegue a conocer otras razones-, he decidido actuar según este principio: guardar el silencio de oficio en todo lo que se refiere a la intimidad de las personas concretas (también las del Opus), y no sentirme comprometida en todo lo que se refiere a lo estructural de la organización, máxime si se trata de formas que ahora, en mi situación actual, he llegado a percibir no correctas moralmente, psicológicamente, o sencillamente en el plan del sentido común.

“No valió la pena” como todos nosotros, estará recorriendo su camino de emancipación de la mentalidad –quizá sería más correcto hablar de “mentalización”-, de los criterios, de las deformaciones sufrida por su permanencia en el Opus Dei. Ese recorrido va a ser más o menos rápido y sufrido, y lo va a recorrer con su ser todo entero: su personalidad, su psicología, su sentido común, su conciencia, sus circunstancias concretas, etc.

Es un recorrido que va a durar toda su vida, como para cada uno de nosotros, porque es en el Opus Dei donde se cree que la doctrina te lo da todo revelado, con tal que obedezcas y te rindas a la voluntad de los directores. En la vida real cada uno tenemos que trabajar para evolucionar (que eso es vivir) sin saber de antemano si vamos a acertar o no.

No me parece correcto decirle a una persona, sin poder evitar asumir un tono de suficiencia que es una falta de respeto, “ya irás madurando”. No soy yo quien para saber si otra persona es mucho, o poco, o bastante madura. No creo que sea acertado tratar de esta forma a una persona que nos está entregando su confianza y testimonio en estas páginas. Todos esperamos, como dijo E.B.E., que ese respeto del silencio de oficio no limite su testimonio que por muchas razones es muy interesante y también muy entretenido. Igual que E.B.E. le deseo a “No valió la pena” que en su vida privada llegue pronto a vivir en paz y sin ningún tipo de angustias relacionadas con el Opus Dei.

Recuerdos para todos de

Aquilina









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