Glosas a la croqueta de Gervasio.- Lucas
Fecha Wednesday, 22 February 2012
Tema 125. Iglesia y Opus Dei


GLOSA A LA “LA CROQUETA” DE GERVASIO

Lucas, 22 de febrero de 2012

 

 

El mencionado artículo de Gervasio sobre la fundación de la Sección Femenina, y otros anteriores, aportan ideas muy importantes que bien merecen una glosa. En este artículo se refiere Gervasio a que la Obra instrumentaliza a las personas y a sus tareas profesionales en beneficio de la propia institución, no de los demás: “De las personas y de las profesiones que desempeñan se busca sólo la utilidad propia”.

Solía decir Escrivá que el Opus Dei sirve a la Iglesia viviendo su propio espíritu. Así ocurre, por otra parte, con todas las instituciones eclesiales. Esta idea es la que los vicarios repiten hasta la saciedad a los obispos cuando éstos les piden servicios en favor de la diócesis o se quejan de que no participan en los proyectos apostólicos diocesanos. Pero esa expresión de servir a la Iglesia según el propio carisma, sería correcta siempre que el espíritu de la Obra fuese un espíritu de servicio a la Iglesia. Lo que no está nada claro...



En efecto, según el Reglamento de 1941 (Art. 28 de Espíritu): El espíritu de la Obra es que sus socios varones ocupen cargos oficiales y, en general, puestos de dirección. Y también en ese Reglamento se afirma: Todos los trabajos apostólicos de los socios del Opus Dei (la Obra no actúa: como si no existiera) se ejercitarán inmediatamente a través de las actividades oficiales públicas, o mediante asociaciones legales que oportunamente constituirán los socios, adaptándose siempre a las circunstancias de los tiempos y lugares, sin uniformidad (Régimen, Art. 8,2). Siendo esas asociaciones legales empresas de muy diverso tipo: Conviene advertir que las asociaciones auxiliares de que se habla en Régimen (Art.33) han de ser, por regla general, culturales y, mejor, sociedades de carácter económico y comercial (Espíritu, Art. 31). Por lo tanto, nos encontramos con empresas de carácter económico, comercial, cultural, etc., de carácter lucrativo, que a su vez son medios apostólicos del Opus Dei. Los monasterios y abadías cultivan tierras, fabrican productos, trabajan en proyectos informáticos, etc., como medio de sustento (ora et labora), pero no sé si se pueden calificar estos trabajos de medios apostólicos institucionales. Desde luego, su finalidad no es primariamente lucrativa.

Todas estas expresiones contenidas en dicho reglamento y constitutivas del carisma de la Obra, rezuman un espíritu consistente en implantar el Reino de Dios mediante el dominio organizado de los puestos directivos y de los centros de poder de la sociedad. ¡Y vi triunfar a Cristo!

Las distintas fundaciones que existen en la Iglesia desarrollan su labor con un servicio claro a los demás: a los pobres, a los huérfanos, a los enfermos, a los ancianos, a los sacerdotes, a las parroquias, a las misiones, a las madres solteras, mediante la enseñanza, dedicándose al cultivo de la vida interior, etc. Pero al Opus Dei no le interesa el servicio, sino ella misma y el dominio: imponer a Cristo desde posiciones de poder. Lo que no concuerda demasiado con el evangelio.

Fletcher Christian, en su artículo sobre los orígenes ideológicos del Opus Dei, apunta a la teoría de las élites como un sustrato cultural de la época de Escrivá: “La idea de una élite que gobernará a todo el resto de la sociedad se reinterpretó en clave cristiana bajo los auspicios de Ángel Herrera Oria (y del Padre Ayala) y de la actuación de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas (antes ACNdP, ahora ACdP) que él presidió de 1908 a 1935”.

En esta web se ha suscitado con frecuencia el debate sobre si el Opus Dei hace el bien o el mal, pues muchos opinan que no se puede afirmar que sea radicalmente malo, ya que la inmensa mayoría de sus miembros buscan hacer el bien. Esto es verdad, la gente de la Obra se entrega para hacer el bien. Pero la experiencia es que si uno de la Obra hace el bien es siempre porque actúa por su cuenta y al margen o en contra de la organización. Si deseas el bien de las personas que tratas, tienes que olvidarte de las presiones proselitistas de los directores y no dejarte manipular. Si buscas lo mejor para las personas de la Obra que están a tu cargo, aconsejarlas en conciencia y que se desarrollen con libertad en lo espiritual y en lo humano, tienes que oponerte a los directores y lo único que consigues es convertirte en un elemento sumamente problemático. Si deseas el bien de los alumnos de tal colegio de la Obra, has de luchar contra las consignas de los directores, que tienden a volverte loco al primar el proselitismo sobre la tarea educativa y organizativa del colegio. Si deseas el bien de la ciencia a través de tu profesión, tienes que luchar para que los directores te dejen trabajar en paz, asistir a congresos, formarte, y que no te mareen con encargos, prohibiciones y reproches de que no haces nada por la Obra porque vas a lo tuyo y eres un egoísta. Si buscas el bien de tu esposa y de tus hijos, te dicen que no estás entregado. Si das dinero a la parroquia, te dicen que no tienes buen espíritu. Si pretendes ejercer tu vocación profesional, según el teórico espíritu fundacional, te lo impiden para que te dediques a tareas institucionales, y si no quieres, es que te falta entrega. En definitiva, para hacer el bien en una organización que busca el dominio de los demás y no el servicio, que es fagocitaria y egoísta, tienes que vivir al margen de ella y en un continuo enfrentamiento.

Aquí está el problema de fondo: si se pretende el dominio y el poder en la sociedad y en la Iglesia, entonces no cabe la comunión y el desinterés, es decir: el amor. Por eso se dice que la Obra está viciada de raíz. En el Reglamento de Pía Unión se aprecia que es el espíritu del Opus Dei el que está viciado.

Y con la falaz pretensión de poner a Cristo en la cumbre de todas las actividades humanas, se está primando la acción sobre el ser, lo externo sobre lo interior, lo social y visible sobre la acción invisible de Dios, la organización sobre la persona, la ideología sobre la caridad. Entonces es muy fácil sustituir la acción de Cristo, monopolizar y manipular a Cristo, y llegar a decir cosas como las que decía Escrivá: Si no pasáis por mi cabeza, si no pasáis por mi corazón, habéis equivocado el camino, no tenéis a Cristo. Por eso, estoy con Gervasio en que no se debe instrumentalizar a Cristo, ni apropiarse de su identidad, que es a lo que lleva el planteamiento de dominio y poder en la instauración del Reino de Dios.

Escrivá, has enredado tanto que no has dejado en paz a nadie, ni a Dios.

Lucas







Este artículo proviene de Opuslibros
http://www.opuslibros.org/nuevaweb

La dirección de esta noticia es:
http://www.opuslibros.org/nuevaweb/modules.php?name=News&file=article&sid=19382