¿Salvar al Titanic o a los náufragos?.- E.B.E.
Fecha Friday, 24 February 2012
Tema 125. Iglesia y Opus Dei


 

Leyendo la noticia comentada por Sandro Magister sobre las nuevas autoridades en la Legión y las deserciones en masa que al mismo tiempo se están dando últimamente, me lleva a reflexionar un par de cosas.

Llama la atención el contraste entre los que saltan del barco para salvarse (paradójico asunto) y los que en cambio intentan salvar la nave a toda costa. ¿Que importan más, los pasajeros o el barco? El capitán era un criminal y la nave hacía agua por todos lados. Por eso los pasajeros se tiran del barco, porque ven que se hunde. Mientras tanto, los esfuerzos se ponen en salvar la nave y no a sus habitantes que lo abandonan. ¿Qué será de ellos fuera de la nave? Pareciera que ya no importara, que será un problema de las mismas víctimas.

Lo que está sucediendo es descabellado e inhumano, aunque no irracional.

Salvar el Titanic, ¿para qué? ¿Para que otros nuevos habitantes lo habiten en el futuro y olvidarse de lo sucedido en el pasado? Como si el objetivo fuera “no desperdiciar semejante estructura” aunque el costo sean las personas. El Titanic se está refaccionando para salir de nuevo a altamar, pensando en “futuras personas” inexistentes hoy, en futuras “vocaciones”. Quienes hoy sí habitan el barco no son el objetivo de este proyecto de salvataje, porque mira al largo plazo, y por eso mismo no se fija en quienes se han tirado al mar.

¿Por qué salvar el barco en lugar de a las personas? Porque el barco se reutilizará, en cambio las personas ya están dadas por perdidas. Una vez afuera del barco, su destino ya no es problema del nuevo capitán. Pareciera todo una gran locura, invirtiendo los órdenes de importancia.

La otra cuestión que surge es que uno de los objetivos fundamentales de los visitadores apostólicos fue hallar al nuevo capitán para dirigir la nave. Sin duda, es importante, esencial. Pero la tripulación también lo es. Al parecer, no tanto, porque lo esencial era la nave, aunque navegara vacía.

“De casi 800 [consagradas], aproximadamente la mitad se ha ido; y en un número mayor entre los sacerdotes y los religiosos.” Este tipo de situación no responde a una cuestión del tipo “no tenían vocación”: es una estampida, huyen despavoridos, desesperanzados. Al mismo tiempo, se anuncia un nuevo capitán, a quien le hacen un pobre favor publicándole una foto sonriente, en franco contraste con la situación de naufragio institucional.

Toda operación de salvataje tiene que tener en cuenta a las personas, no simplemente al barco. Y en este caso, creo que las personas han pasado a segundo plano. Suele suceder: muchos managers se dedican a salvar estructuras, no personas. Y aquí no parece haberse dado una situación diferente.

Las personas no importan, importan las estructuras. Con el Opus Dei difícilmente suceda algo distinto. Por eso, irse del Opus Dei cuanto antes es mejor que hacerlo cuando el barco se está hundiendo: no habrá ningún salvataje, solamente salvarán la nave y a quienes se aferren a sus fierros. Es la cruda realidad.

Saludos,
E.B.E.









Este artículo proviene de Opuslibros
http://www.opuslibros.org/nuevaweb

La dirección de esta noticia es:
http://www.opuslibros.org/nuevaweb/modules.php?name=News&file=article&sid=19392