De miedo, engaño, parálisis y debilidad mental.- Perladeladriatico
Fecha Monday, 05 March 2012
Tema 020. Irse de la Obra


De miedo, engaño,  parálisis y debilidad mental

Perladeladriatico

 

Hace unos meses, Charlipytt sacaba a colación el tema de la debilidad mental de una gran mayoría de miembros de la Obra sobre todo a la hora de tomar ciertas decisiones vitales, tales como abandonar la prelatura. El viernes pasado, Agustina nos transcribía un correo de una supernumeraria en la que imperaba el miedo, causa de la parálisis mental que la embargaba para tomar una decisión trascendente.

Ciertamente, cuando una persona entra en la prelatura, sea o no débil mental, se ve sometido a un intenso bombardeo de ideas e imposiciones que reducen fuertemente su campo de visión y acción vital. La consecuencia de esta reducción es la tenencia de unas falsas fortaleza, seguridad y libertad que le acompañan en su caminar por los entresijos de una vida dentro de la Obra y no le dejan desarrollar normalmente su personalidad. Pero hay otras consecuencias no explícitas que se ponen de manifiesto solamente cuando el individuo traspasa la línea de la vida dentro de la prelatura e invade terrenos más amplios, para los cuales, el reducido ángulo de visión no alcanza a dar todas las respuestas necesarias...



Es entonces cuando aquella falsa seguridad, fortaleza y libertad se convierten en miedo. El ser humano aprende a menudo por el método ensayo-error. El método de la repetición, que le va proporcionando seguridad a medida que se acumulan una serie de aciertos en su memoria. Pero cuando no ha habido experiencia previa, no existe un sustrato almacén donde buscar comparativas y el pensamiento humano se encuentra entonces al descubierto, ante una situación totalmente desconocida con la que no puede establecer parámetros de similitud y por ello, esta situación se vuelve la causante del sentimiento de miedo. Este sentimiento, podría, si tuviera con quien reflejarse, volverse hacedor de respuestas musculares motoras rápidas, respuestas de huída. Pero como tal comparación no existe por falta de modelos previos, el miedo acaba paralizando tanto la respuesta motora muscular como la respuesta mental. Es entonces cuando la persona, en un análisis desesperado del porqué le ha ocurrido semejante comportamiento, nunca experimentado en otros ámbitos, ve clara la causa: ha sido engañado. Un engaño que no solamente ha consistido en cambiar la verdad, sino también en ocultar información, omitirla. Cuanta más información se nos oculta, menos agilidad mental tenemos. Menos respuestas somos capaces de dar. Menos decisiones podemos tomar de forma libre y espontánea. Más dudas aparecen en el momento de plantearse un camino de salida, dificultando así la acción y retardando o paralizando totalmente la respuesta elaborada.

No se trata pues de que los miembros de la prelatura sean débiles mentales. Se trata más bien de que en la Obra se induce la debilidad mental por medio de la mentira y la ocultación de información.

Este proceso que puede parecer así de sencillo, no se detiene en el individuo afectado. Abarca también a sus familiares. Estos han observado ya este comportamiento. Pero no saben que también los ha afectado a ellos. Veamos. Unos padres que ven como su hijo/a es incapaz de tomar ciertas decisiones, acostumbran a querer enmendar la situación para el bien de su hijo.

No saben que si viven de este modo el problema, no estarán haciendo más que empeorarlo. El hijo verá en sus padres a personas comunicadoras de angustia. Personas que lejos de ampliar el campo visual siguen empequeñeciéndolo pues encierran el problema en un círculo vicioso personal. La crítica, cierta por otra parte, no va a ayudar al hijo a ver más allá. No va a deshacer la parálisis. No va a eliminar el miedo. La prelatura ha conseguido así, no sólo paralizar al hijo, sino canalizar la respuesta de la familia para que sea unidireccional y no redunde en una apertura y en una vida rica y llena que invite al hijo a la salida. El hijo tomará como uno de los modelos a seguir, aunque sea de forma inconsciente, la vida de la familia y ésta será tanto más reveladora de felicidad y tanto más atrayente, cuanto más rica y variada sea y menos centrada y cerrada en el problema del hijo esté. Así pues esa pretendida debilidad mental y parálisis serán tanto más fuertes como mayor sea la obsesión de la familia para lograr que el hijo abandone la prelatura. Si el hijo ve en los padres personas firmes, completas, felices, alegres, preocupadas pero no ocupadas únicamente en la temática de la salida, tendrá un modelo a seguir con una gran dosis de magnetismo.

Cierto es que también para los padres y familiares hay un elevado grado de miedo y parálisis debidos al engaño a que han sido sometidos. Pero a ellos les queda aún un amplio grado de libertad útil y aplicable con la que poder llevar su vida y evitar así la falta de respuesta. Ellos pueden y deben vivir una vida completa y no reducida al ángulo de lo permitido en la prelatura. Los padres no han sido sometidos aún a la debilidad mental. Pueden ejecutar respuestas y en ellas se va a reflejar su hijo.

Así pues, las víctimas no son solamente los miembros de la prelatura sino también sus familiares. Tanto unos como otros, tienen parámetros físicos y tangibles para poder demostrar los efectos perniciosos del trato de la Obra en su mente y en su cuerpo. Estos parámetros, pueden deducirse de trastornos médicos ocurridos en estas personas, tales como delgadez, inapetencia, dificultades en la ingesta de alimentos, amnesias, desequilibrios mentales, ataques de angustia, de pánico, ira. Estos daños pues no son simples impresiones de los familiares. Son daños reales, mayores para los de dentro pero importantes en la familia. Daños objeto de denuncia.

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