Leo desde hace 4 años los envíos de quienes participan de esta página. Hasta ayer era supernumeraria. Soy argentina, tengo 9 hijos y creo que mi historia no es tan terrible como para ser contada. Hoy me animo a escribir, aunque hace tiempo que quería hacerlo.

Hace 5 años me separé del padre de mis hijos (también supernumerario) y hace 2 que me divorcié. Cuando me separé di el primer paso hacia la libertad de conciencia: pude romper con el consejo de la numeraria y del sacerdote: aguantar, aguantar, aguantar, ceder, recibir al marido con una sonrisa, siempre arreglada, la cena lista, etc. etc. Mi conciencia me decía "esto no va más, porque ni vos ni tus hijos pueden seguir viviendo en este clima de maltrato".

Una nueva relación con Dios, más libre, más filial y consoladora, fue creciendo y empecé a vivir las normas como se me daba la gana, con amor y no para cumplir. Dios sabía lo que había sido mi vida, lo ve todo, me ayudó a tomar la decisión y me abandoné en El de otra manera. Dejé de ir al círculo, a los retiros mensuales, a los anuales y a las convivencias. Necesitaba tomar distancia y mirar con objetividad todo lo que siempre "me hizo ruido", lo que no cerraba.

Entonces descubrí Opuslibros y comprobé cosas que me sospechaba desde hacía tiempo. Al año, escuché la voz de mi conciencia: "¡no tengo miedo!" Allí empecé el camino hacia la verdadera libertad. Seguí siendo supernumeraria (sólo de nombre, porque no iba) y ese tiempo me sirvió para aclarar mis dudas, para decidir con paz y alegría, como se dice en el Opus, pero DE VERDAD. Me llamaban, intentaban que retomara la dirección espiritual y cuando se acercaba el 19 de marzo yo hablaba con la numeraria y le decía que me iba. Entonces me decían que "la Obra no te pide nada, da lo que puedas, que es comprensible por tu situación, siempre y cuando no salgas con ningún hombre..." y a la semana me estaban avisando la fecha del próximo retiro mensual. Cada año, hasta ayer, consiguieron que renovara.

Y quiero decirle a Merlin que dejé de robarle la infancia a mis hijos. Y querría que aceptara de mí, las disculpas que sus padres no le pidieron, porque al menos en mi caso, lo que yo fomenté en mis hijos fue el producto del lavado de cerebro que hacen en el Opus. No llegué a esos extremos que él cuenta, pero es terrible la presión que podemos ejercer sobre nuestros hijos para que piten: club, colegio, campamentos, romerías, etc. Ahora estoy tratando de darles mucho cariño y hablo con ellos, para transmitirles que su mamá no quiso hacerles daño. Y ellos también dicen como yo, que, gracias a Dios, me fui.

Nuevavida