Si se intervino a la LC ¿por qué no se interviene al Opus Dei?.- Agustina
Fecha Friday, 23 March 2012
Tema 125. Iglesia y Opus Dei


Padre Peter Cronnin

 

Testimonio

 

Fuente: Asociación de Ayuda a los afectados por la Legión de Cristo

 

“Soy un sacerdote católico, pastor de la Iglesia de San Miguel Arcángel, una gran parroquia en Silver Spring MD, justo a las afueras de Washington DC. La pasada semana estaba en Irlanda para una boda y escuché algunos comentarios en su programa de radio concernientes a la Legión de Cristo. Eso captó mi atención pues pasé un largo período de tiempo en la orden, desde 1965 hasta 1985.

 

En 1965 a la tierna edad de 16 acabé el Leaving Certificate en Drimnagh Castle y, con 20, ingresé en los Legionarios que estaban entonces en Belgard Castle en Clondalkin...



Las pruebas del postulantado eran en los meses de verano después de los cuales entrábamos en el noviciado (dos años) y entonces tomábamos nuestros votos religiosos. Yo fui enviado a Salamanca en España para un año de estudio de los clásicos y de español y desde allí a Roma para estudios de filosofía. Después de tres años en Roma fui asignado al Instituto Irlandés, un colegio Legionario en México, donde trabajé de 1971 a 1975. Entonces regresé a Roma y estudié teología los siguientes tres años. En 1979 fui asignado al noviciado de Connecticut donde continué trabajando en el noviciado hasta el verano de 1985 cuando dejé los Legionarios de Cristo. Ahora soy un sacerdote de la Archidiócesis de Washington.

 

La cuestión central de la discusión que escuché en su programa parecía ser si la Legión era una orden religiosa en el sentido normal de la palabra o una secta. Por mi propia experiencia la orden combina elementos de ambas realidades. Es una orden extremadamente conservadora que ha tomado el modelo del programa de formación para sus estudiantes en los primeros jesuitas y mucho de su apostolado es copiado del Opus Dei. Tiene una Constitución y Reglas, apostolados específicos y actividades como tiene cualquier otra orden.

 

Al mismo tiempo la Legión usa muchas de las estrategias y políticas más características de las sectas o cultos y en esto se separa de la tendencia general de las congregaciones religiosas de la Iglesia. Permítame darle algunos ejemplos.

 

La orden tiene el más poderoso programa de reclutamiento conocido de la Iglesia Católica. El número de reclutamientos es importante, visto como una prueba de la validez de la Legión y una forma de impresionar a las autoridades de la Iglesia. De todas formas, el proceso de investigación es mínimo, y no hay verdadero discernimiento de si hay vocación, de si esta forma de vida es buena o saludable para determinado individuo. Lo bueno – humano, psicológico o espiritual – del candidato nunca es una consideración. Todos tienen una vocación hacia la Legión hasta que la Legión decida otra cosa. Una vez que la orden logra el acceso a una persona joven, todo su poder de persuasión y atracción se dirige hacia ese objetivo inconsciente.

 

La Legión recluta mucha gente joven, cuanto más joven mejor, antes de los veinte para el noviciado, incluso antes para sus Centros Vocacionales. En esos centros chicos tan jóvenes como de 11 ó 12 años son influenciados y guiados hacia una vida en la Legión. Esos colegios existen aún en México, España y los U.S.A. (Center Harbor New Hampshire). La idea es influir en la persona tan pronto como sea posible, para “formar” a esta persona en el espíritu de la Legión de forma que ninguna otra influencia pueda deformar o manchar su vocación y su “personalidad legionaria”. Debe ser separado de cualquier otra influencia. La juventud y la inmadurez del candidato lo hace vulnerable al lavado de cerebro.

 

Una vez en la orden la persona es sometida al más intensivo programa de “formación”, i.e. lavado de cerebro. El término de la Legión para esto es “formación”. El lavado de cerebro se hace a través de una combinación de diferentes elementos que influyen y controlan a la persona con gran efectividad: por ejemplo, “dirección espiritual” y “confesión”. El Derecho Canónico establece que los seminaristas y religiosos deben tener completa libertad para elegir un confesor y director espiritual. Éste no es el caso de la Legión, no hay ninguna libertad: todos los legionarios tienen dirección espiritual y confesión con sus Superiores, en el noviciado, a través de sus años de formación e incluso como sacerdotes. Esto es una aberración porque deja a la persona completamente bajo el control del superior. Eso significa que ese superior que recomienda o no a una persona para promoverlo a los votos, u órdenes o posiciones de responsabilidad en la orden, tiene acceso a la conciencia interna de la persona en cuestión. La confesión y la dirección espiritual son armas esenciales en las manos de la Legión para hacer el lavado de cerebro a los individuos para que permanezcan en la Legión, para convencerles de que ellos tienen una vocación dada por Dios hacia la Legión, para estar totalmente de acuerdo con la Legión y con los deseos de los superiores, y una forma en la que la Legión logra acceder totalmente a la conciencia y a la mente de la persona. Los legionarios son continuamente exhortados a decirle al superior/director espiritual todo, sin guardarse nada, sin tener secretos. Otras armas para el lavado de cerebro son las continuas series de conferencias, charlas, retiros, exhortaciones que las comunidades reciben constantemente y que repiten y refuerzan el mensaje esencial.

 

A todo esto, el mensaje básico, el punto crucial, es que los miembros tienen una “Vocación” hacia la Legión y que esa vocación viene de Dios y ellos han recibido esa vocación para toda la eternidad. Es la voluntad de Dios que ellos estén en la Legión. Si ellos no son fieles a su vocación están poniendo en peligro su salvación eterna, y corren el riesgo de condenarse e ir al infierno. Este mensaje es constantemente tamborileado durante la vida en la Legión, quizás el más consistente y omnipresente estribillo que es transmitido y repetido en muchas formas diferentes.

 

Desde el momento que entra, una persona en la Legión de Cristo es sometida a un control total en todo lo que hace, todo lo que dice, todo lo que piensa. La Legión se refiere a eso como “integración” y un legionario debe esforzarse por conseguir la perfecta integración de comportamiento, de mente y de voluntad. Eso significa conformidad con los deseos de la Legión en todo. Lo transformarán en una personalidad legionaria y haciendo esto perderá su propia personalidad. Todas las formas y expresiones de “individualismo” serán eliminadas, eso se recalca muy desde el principio. De todas formas, se hace de forma muy sutil, muy suavemente al principio, con sonrisas y buen humor, difícilmente perceptible por la víctima.

 

Cuando entramos en le Legión, pensamos que era una orden convencional como los Dominicos, Franciscanos, Jesuitas… Fuimos engañados por muchas cosas que no se nos descubren hasta más tarde. Siempre había velos de secretismo – visitas a casa, el apostolado de la Legión (Regnum Christi…). El terreno siempre se movía y cambiaba. Podían pasar años hasta tener el cuadro completo.

 

La persona que entra en la Legión es sistemáticamente separada y distanciada de cualquier otra influencia, especialmente de la familia, la cultura, la iglesia en general y la sociedad (“el mundo”). La gente de fuera de la Legión es llamada “los de fuera”, son vistos con la mayor desconfianza, la comunicación con ellos es controlada y normalmente estorbada (excepto cuando la Legión está intentando atraerlos a los fines de la orden). Los legionarios tienen prohibido comunicarse con los de fuera y deben dar cuenta de las conversaciones y de cualquier trato con gente de fuera de la orden.

 

En la Legión de Cristo el individuo no tiene privacidad, ni física ni psicológica. No tiene espacio para él mismo, ya que los superiores entran en su habitación sin llamar, registran su habitación, los efectos personales y las pertenencias cuando él no está allí (y sin su conocimiento). No tiene tiempo para sí mismo ya que cada momento de vigilia está proyectado e intensamente regulado. Los miembros son animados a espiar y a dar cuenta de los otros miembros de forma continua: “debemos ayudar al hermano John y qué mejor manera que informar a los superiores ya que ellos, mejor que nadie, pueden ayudarle…” Hay reglas (literalmente miles de ellas) que dirigen y controlan cada acción y cada movimiento de sus vidas (comida, bebida, paseos, charlas…)

 

El secretismo de la orden hacia el mundo exterior es otro de los rasgos similares a las sectas: en la orden se hace referencia a eso como “prudencia” o “discreción” o “espíritu de reserva”. Los de fuera son vistos como una amenaza; actualmente los miembros tienen prohibido comunicarse con nadie de fuera de la comunidad sin permiso del superior, y esto incluye a los miembros de la familia. Ninguna información sobre la orden – sus prácticas, reglas, costumbres, proyectos, planes, constituciones, libros de reglas – pueden salir al exterior. Intenten pedirles una copia de la Constitución, sus libros de reglas, la edición completa de las cartas del P. Maciel, el manual del Regnum Christie, el documento de los Capítulos…

 

Hay un control total de las comunicaciones con el mundo exterior y con el exterior: todas las cartas para y del exterior, incluidas aquellas de los padres y la familia, son abiertas y leídas por los superiores. Esto es cierto para los novicios, religiosos, en todas las etapas de formación, y sacerdotes. Todos los periódicos, revistas y libros son leídos y censurados por los Superiores. No hay posibilidad de tener un confesor, director espiritual o asesor fuera de la orden. Eso está prohibido.

 

El control de la comunicación con el mundo exterior, se practica también dentro de la orden y entre los miembros de la misma. Nadie puede tener confianza nunca con otro miembro de ninguna manera dentro de la orden, especialmente si tiene problemas de cualquier tipo. Debe discutirlo con el superior y sólo con el superior. Hay una supervisión, una vigilancia continua del superior todo el tiempo. No se permite NINGUNA amistad entre los miembros.

 

Dentro de la orden hay una total falta de diálogo, discusión, desacuerdo o discrepancia con la orden. No hay sitio para ningún desacuerdo con la Legión. El miembro tiene que aceptar todo lo que diga la orden sin cuestionarse nada. La motivación – cada regla, cada orden, cada idea de la Legión es divinamente ordenada, directamente inspirada por Dios y, por lo tanto, incuestionable. Desde el momento que uno cuestiona una política, una regla, una decisión, esa persona es castigada y debe ser apartada, enviada a algún lugar alejado (como las misiones de Quintana Roo, México) donde no pueda ejercer influencia en otros.

 

Otra característica similar a la de las sectas es la dificultad que envuelve la salida. Es extremadamente difícil salir ya que uno es constantemente guiado, estimulado a quedarse con toda clase de argumentos, y uno está especialmente cargado con un sentido de culpabilidad: “estás traicionando tu vocación, tienes una responsabilidad respecto a las almas que se perderán a causa de ese cambio…” Cuando uno toma la decisión de salir, es cuidadosamente aislado de los otros miembros de la orden, siendo transferido a otra casa, o se extiende una campaña de rumores entre los otros miembros – “ten cuidado con el P. Peter, tiene problemas…” Esta experiencia es común a todos los que han salido: la sensación de aislamiento y soledad con la que uno abandona la Legión de Cristo es terrible.

 

Una vez que dejas la Legión nunca más volverás a saber de la orden. Yo pasé veinte años en la Legión, desde el día que salí nunca más he sabido nada de la orden, nunca he recibido una carta, una llamada de teléfono, mucho menos una invitación para visitarlos, o una visita de ellos (teniendo en cuenta además que durante 11 años he vivido a unas pocas millas de su centro a las afueras de Washington). No recibí absolutamente ninguna asistencia o apoyo para recolocarme en alguna otra diócesis, ninguna ayuda respecto a continuar en el sacerdocio, absolutamente ningún interés en mí ni como persona ni como sacerdote. Durante veinte años la Legión había sido mi “vida”, mi “familia”, mi “mundo”, pero desde el momento que puse un pié fuera de su puerta el 27 de Julio de 1985 nunca más volví a saber nada de ellos. Vine a esta diócesis directamente en contra de sus deseos y conseguir los documentos necesarios para incardinarme oficialmente aquí fue muy difícil. Dejar la orden es la única forma en la que uno puede estar en desacuerdo con la Legión y la Legión lo toma como un insulto o un desprecio.

 

LA SALIDA ES UN ÉXODO: Esto comenzó como un breve mensaje de mail pero una vez que empecé las compuertas se abrieron. Me ha llevado mucho tiempo recuperar mi vida en conjunto pero ahora siento que he puesto a la Legión de Cristo fuera de mi sistema, es algo del pasado. Hace unos cinco años comencé una “Organización” de antiguos miembros de la orden que ha crecido hasta ser unos treinta – algunos sacerdotes, antiguos sacerdotes y otros que pasaron unos años en la orden como estudiantes. Hay una organización similar en España. Nos comunicamos un par de veces cada año, muchos de nosotros nos encontramos aquí o en Irlanda y podemos intercambiar experiencias, historias, incluso “incidentes peculiares” (¡robando una frase de Paddy Crosby!) Podría hacerse una película de algunas de las vías de escape y las estrategias y las historias de supervivencia. A menudo me refería a mi antiguo párroco en Bethesda MD como nuestro “tren clandestino”, como el antiguo pastor (Msgr. James Reddy, un irlandés ya fallecido) era el más acogedor y quien más apoyaba a muchos sacerdotes cuando ellos dejaban la Legión y empezaban una nueva vida). Mucha gente fue herida profundamente en el proceso de salir de la Legión y les llevó años recuperarse. Para mí dejar la Legión fue mi “éxodo”, la liberación en la que he experimentado la fuerza y la presencia del Espíritu Santo, nuestra Organización ha podido ayudar a otros que están saliendo o que acaban de salir







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