Hola amigos,
Acabo de leer esta noticia en The Guardian. Lo que dice es que el Papa ha encargado a un cardenal del Opus (Herranz, de 82 años) de una investigación interna, con mandato papal, casi ná... para que destape nada menos que a Vatileaks.
Cuando leí el titular, casi me emociono ¿investigarán a fondo a los Legionarios? ¿Estudiarán a fondo las denuncias de corrupción de Vatileaks? ¿Preguntará el Papa por los oscuros hechos de la Banca Vaticana, y lo que sucedió con Calvi, "el banquero de Dios"? ¿O los casos de pederastia que siguen saliendo por doquiera? ¿O la connivencia del cardenal de Lima con Fujimori, conocido allanador de derechos humanos? Pues no, lo que le van a mandar, con otros tres mandaos, es que investigue quién está detrás de Vatileaks. Pasarán por la parrilla a los empleados del Vaticano para ver quién es responsable de esos Leaks. ¿Qué revelaron? ¿Los secretos de Fátima? ¿Conversaciones secretas del Papa con otros mandatarios? ¿Mediaciones del Papa por la paz de las naciones? Pues no, amigos míos: Vatileaks había denunciado casos de corrupción y malversación de fondos. Y ahora, les espera, si les cogen, les espera el despido si son civiles. Si son curas habrá con ellos más tolerancia, y en vez de irse a la calle les mandarán a una parroquia. Siempre ha habido clases.
En otros países, y sobre todo en USA y UK tienen cada vez más claro que a esos "whistle blowers", a los que tiran de la manta, hay que protegerlos, porque quien denuncia abusos está defendiendo la institución y la democracia. En la iglesia seguimos, en muchos casos, en la edad media: al que levanta la voz, capotón.
Pero ahí no para la cosa: si a alguien se le encarga de la "policía de asuntos internos" es que ese Alguien es de ABSOLUTA CONFIANZA del que manda. Resulta que ese alguien es del Opus Dei, institución supuestamente "vigilada de cerca" por el Vaticano por sus "excesos en la dirección espiritual". O sea, que el Opus Dei cuenta con tanta confianza de BXVI como para encargarle los asuntos "sucios".
Está claro: si esto fuera un partido de fútbol, los Vati-escépticos ganaríamos a los Vati-confiados por goleada, sin necesidad de partido de vuelta. Sería divertido si no fuera tan triste.
Con Dios
Ramón
