Deficitario.- Haenobarbo
Fecha Friday, 15 June 2012
Tema 120. Aspectos económicos


Deficitario
Haenobarbo, 15/06/2012

 

En relación a la nota de Josef Knecht Nóminas y salarios de quienes se dedican a labores internas publicada el miércoles pasado, puedo decir lo siguiente:  cuando regresé a mi región desde el Colegio Romano, el Consiliario o ya entonces Vicario Regional, me pidió que pasara a verlo por la Comisión: en su despacho tuvimos una breve charla en la que se limitó a preguntar a qué me gustaría dedicarme...



Yo,  con toda la sencillez de la que era entonces capaz - después aprendí algunas mañas – le contesté qué era lo que me gustaría hacer. Para mi sorpresa, el buen hombre me dijo que en la Comisión “habían pensado” que yo me dedicara a la enseñanza y que a partir del día siguiente, me presentara en el Colegio, hablara con el rector que me diría lo que iba a hacer en adelante. No me dio la menor opción.

¿Para qué me preguntó qué quería hacer? El día de hoy lo entiendo. Supongo, tratando de encontrarle alguna explicación, que sería por aquello de “rendir el juicio”.

Obediente de mí y seguro de hacer la voluntad de Dios, al día siguiente fui a ver al Rector del colegio, que había sido director del centro a donde llegué hasta el mismo día que llegué…. ese día puso pies en polvorosa, se fue a vivir a la Comisión y me dejó a mí en su cargo.

El Rector de marras me acogió con los brazos abiertos, me ofreció el oro y el moro, me dijo que sería su mano derecha y que era preciso que lo ayudara a enrumbar el colegio. Yo la verdad estaba mosqueado: no quería trabajar en un colegio, no me interesaba ser la mano ni derecha ni izquierda de nadie y eso de “enrumbar el colegio” me sonó a descontrol total como luego se demostró.

Seguía pensando que esa era la “voluntad de Dios” así que agaché la cabeza y me puse a trabajar en el colegio.

A fin de mes cobré mi primer sueldo y desde luego lo entregué al secretario del centro del que era director. El segundo mes igual y el tercero lo mismo.

Llegados a este punto, el secretario del centro, que también daba clases en el colegio y cobraba sueldo, se reúne un día conmigo para mostrarme las cuentas y decirme que era deficitario (yo y él también) y que había que buscarle una solución porque eso no podía seguir así.

Un inciso: se me advirtió que aparte del trabajo que desarrollaría, no podía hacer nada más que oír charlas de los numerarios de mi centro, atender a supernumerarios del centro de San Gabriel y manejar el centro.

Yo lo miré patidifuso y le dije: ¿estás tonto? Tú y yo trabajamos en el mismo lugar y cobramos lo que nos pagan, ¿a qué viene esto?

Pasaron unos meses y el rector, que a su vez era administrador regional, me llamó a la comisión en su calidad de Administrador, para decirme que mi situación era insostenible, porque era deficitario y que debía inmediatamente buscar una solución. Lo miré como quién mira a un loco de feria y le dije: veamos eres el Administrador Regional y me llamas para decirme que soy deficitario; la solución es que mañana, como rector del colegio, me llames y me digas que me triplicas el sueldo y todos contentos, así que a mí no me jodas más, no estoy en el colegio porque quiero sino porque la Comisión lo ha resuelto sin consultarme, así que la solución está en tus manos: yo, profesionalmente, puedo trabajar y ganar mucho más de lo que tú como rector me pagas.

Me echó un sermón sobre el “buen espíritu”, tras el cual le repliqué que si no tuviera buen espíritu, me habría negado en redondo a trabajar en el colegio y que sin embargo ahí estaba, recibiendo el salario que me habían asignado y soportando que cada tanto me llamaran para decirme que era deficitario sin que me dieran absolutamente ninguna posibilidad de dejar de serlo.

Obviamente que no me triplicó el sueldo y así seguí ocho o nueve años más: viviendo de gorra en el centro y cotizando una miseria a la seguridad social.

Realmente surrealista, porqué se daba el caso en esa Región, que los cargos eran cumulativos: el rector que me pagaba el sueldo era el mismo administrador que debía vigilar porque los numerarios no fuéramos deficitarios y encima era el Delegado Regional, es decir el miembro del Consejo General que vivía en la Región: de locos.

Haenobarbo







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