Entre la intervención de Marta Domingo, la de Casandra, y la contestación que en esta última dió la mismisima Agustina, quiero decir la mía intentando equilibrar y –quizá- hacer reflexionar acerca de lo dicho. En realidad, yo me encuentro muy cercana del escrito de Marta Domingo, de su indignación y de su deseo de empujar a despertar a quien –no sé quien sea, pero me imagino que muchos- pueda hacer algo más para apoyar nuestra web. Al mismo tiempo, también gracias a lo que escribió Casandra, veo que es importante subrayar que, precisamente por la pluralidad de situaciones personales –económicas, pero también de recorrido personal de salida y de elaboración de las experiencias pasadas- hay que dejar claro que no existe ninguna obligación de participar económicamente para leer y escribir con pleno derecho en esta página.

Esto lo veo especialmente necesario para los que salimos del opus donde, entre otras deformaciones que recibimos, hubo la del “apostolado de no dar”, contrabandando de esta forma en nuestra mente y en nuestro corazón que siempre hay que “pagar” algo también para recibir las cosas más nobles y gratuitas que hay en la vida, como la amistad, la atención, la ayuda en el momento de mayor necesidad. Desde siempre Agustina quiso asumir la total responsabilidad, también económica, de Opuslibros, y eso nadie puede quitárselo. También es cierto que las circustancias de la web y de Agustina han cambiado desde el comienzo, y puede ser que muchos que entran desde hace poco por aquí no se hayan enterado de esto.

La web ha crecido mucho, también en sus raices más desapercibidas. La web no es tan sólo lo que leemos tres veces por semana en la página, es también todo un trabajo escondido de escucha, de ayuda, de tantas cosas que no logramos vislumbrar totalmente, y esto requiere una dedicación cada vez más totalizante de parte de la Coordinadora, quitándole la oportunidad de dedicarse a otras tareas más lucrativas. Pero sobre todo han caído sobre esta web todas las necesidades que derivan de las reiteradas demandas y juicios que, como acertadamente subraya Marta Domingo, requieren continuas y relevantes inversiones economicas, y no podemos desentendernos de estas circustancias.

Yo creo que lo acertado es no entrar en una actitud de juicio: no juzgar las circustancias de otros que, entre otras cosas, en muchos casos no conocemos; no juzgar ni su participación ni su falta de participación, ni la cantidad elevada o exigua, ni ninguna otra circustancias. Dejamos de lado lo que hacen los demás y vamos, cada uno, a la pregunta “¿Qué hago yo?” Si logramos que CADA UNO de los que participamos a la web más o menos asiduamente se preguntara esto, y al mismo tiempo fuera consciente de que aunque pequeña su participación es importante para él antes que para Opuslibros, y si contestara sinceramente y operativamente, ya estariamos muy adelantados en la solución del problema. Agustina me perdonará si digo que en absoluto comparto sus palabras “Lo que es vergonzoso es tener que mantener la web con otra ayuda económica que no sea la mía”. Muchas veces la mayor generosidad puede consistir precisamente en dejarse ayudar por otros que, quizá, nunca solos hubieramos sido capaces de montar lo que ella logró montar, pero que ahora somos conscientes de que, ayudando la web, estamos participando en una obra de justicia que nos vuelve mejores personas. Estoy segura de que Agustina dice lo que dice pensando en tantos que quizá pasan por circustancias dificiles y dolorosas y quizá no quiere aumentar sus preocupaciones y problemas, pero aunque sea tan sólo para enfatizar, tampoco es justo decir lo que ella dice de que es vergonzoso que otros la ayuden en su tarea.

Espero que realmente todos los que leeis tengais el valor de haceros la pregunta del “¿Qué hago yo?”, si realmente pasara esto, todos lo notaremos en las puestas al día de la contabilidad de las ayudas ;-).

Recuerdos cariñosos y veraniegos para todos,

Elena