El numerario perfecto.- Manzano
Fecha Wednesday, 15 August 2012
Tema 040. Después de marcharse


Abandonar una vida, un proyecto vital, vocacional, trascendental, después de 33 años en la brega y afirmar tranquilamente que “mi salida de la Obra no fue traumática”, me lleva a pensar que estamos ante un fenómeno paranormal, una máquina humana, una historia impecable.

Recuerdo a un numerario “robot”, el chico “perfecto” que no tardó en ser director de un centro del Opus Dei, con 19 añitos, recién salido del Centro de Estudios. Una mente prodigiosa, se sacaba las carreras más difíciles con apenas diez minutos de estudio a la semana...



Siempre sonriente, calmado, amable, memoria fotográfica, en fin, ¡qué envidia!

A mi entender sólo tenía un defecto, que interpretaba, aporreaba a Chaikovski en el piano (tenía la carrera completada a los 17) de una forma penosa, frustrante. Bueno, otros decían que el chico vestía con el gusto de sus tatarabuelos, pero se lo perdonaban. Yo nunca le perdoné que infligiera un castigo así al teclado de octavas.

Cualquier engendro mecánico interpretaría mucho mejor El Lago de los Cisnes.

A menos años de distancia, recuerdo a una mujer que debería ser también modelo de supernumeraria perfecta, perdón, casi perfecta, pues aunque discreta era algo sabia. Profesora universitaria, activista intelectual y además promotora de varias iniciativas apostólicas que la obra le encomendaba. Lo que más me cautivó –me inquietó- fue cuando me enteré por mi mujer que la susodicha fenómeno daría un cursillo en el club corporativo de la sección femenina XXX (ponle YYY, que nadie se excite) dirigido a jóvenes mujeres casadas sobre el método natural Ogino.

¿Cómorrrr?, ¡pero si lleva apenas ocho años casada y estaba embarazada de su sexto hijo!!. Intrigante…

Como es lógico y ante el interés suscitado por un reto tan desafiante a la ley natural, llenó el recinto en su primera sesión y a la segunda le quedaba sólo la numeraria controladora del evento como público.

Pues eso, que estos fenómenos tan típicos y tópicos que pueblan –o poblaban- los espacios de “cristianismo común y corriente en medio del mundo” tan opusdeísticos, eran las presas más buscadas, cotizadas y anheladas por los responsables de San Rafael de las respectivas secciones.

Así me suena esta música,… y alguien tocó el instrumento preciso y muy afinado hace poco aquí. Aunque no dudo, para nada, del testimonio.

A modo de tenues pinceladas -sobre retratos ya muy cuajados- me vienen a la mente toda una serie de sujetos de mi entorno que tras haber sido y dejado la Obra han querido mantener “un buen rollo” en los distintos ambientes de la institución, pero se les ve a la legua que lo único que pretendían era y es no ser olvidados o no ser denostados. Por miedo, distintos miedos. Por interés, distintos intereses. Mejor amigos que enemigos, eh?

“Cuando la llama de la vocación se extingue”: quizás sea un buen título para una novela, pero de difícil encaje conceptual en el Opus Dei. No recuerdo que eso ni nada parecido existiera, ni siquiera haber leído en términos tan racionales escrito prelaticio alguno sobre la vocación y menos en ese sentido.

En cambio si recuerdo bien por ejemplo, que la vocación basta con verla una vez, que la da Dios (no Santa Rita, Rita, Rita, lo que se da no se quita), que la puedes tirar por la ventana, que te la pueden echar por la puerta siempre abierta de par en par. Qué sé yo, pero que se pudiera extinguir –apagar la débil llama- sin que te la hubieran soplado tus padres al poco de pitar, pues no, no recuerdo.

Una vocación aburrida. ¿Sería como un matrimonio -indisoluble- aburrido? ¿De qué vamos?

Salirse en “buen plan” es una buena estrategia para no perder influencias, autoestimas, orgullos y prestigios, incluso el trabajo. Y no está el horno para más leña cuando en sus horas más bajas la prelatura intenta no auto-dañarse más.

Una salida airosa, un pacto de caballeros: ¿hacemos tablas?

Caluroso verano para dar tantas vueltas a la contratuerca en sentido contrario al reloj. Ni todo es tan fácil ni todo tan evidente. Pero si algo aprendimos de provecho es que algunos no hacen nada a cambio de nada. Y la tuerca está ya algo oxidada para ponerse a estas alturas de “buen rollo” a deslizarse y rotar con suavidad. ¿Serán los años?

Que nadie se sienta ofendido, pero seguro que quienes ahora van de tan buen rollo es que en su día fueron -presumo- los perfectos numerarios que todos ansiábamos ser, pero algunos no tuvimos la insensibilidad humana suficiente para ser los instrumentos adecuados. Qué le vamos a hacer…

Feliz Verano a los del Norte e Invierno a los del Sur.

Manzano







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