Tu alma vale más de 10 céntimos.- Manzano
Fecha Wednesday, 12 September 2012
Tema 020. Irse de la Obra


Alguien dijo alguna vez que no daba ni diez céntimos por el alma de quién abandonara el Opus Dei. A estas alturas, la mayoría de la humanidad sabe que es de necio confundir el valor con el precio, pues a menudo este nada tiene que ver con el valor de las cosas, ni que sean almas. (Sirva como modesto homenaje a Víctor).

- Alo? -Soy Pepito Grillo,… oí al otro lado de la línea alámbrica. Sabía que localizaría, más temprano que tarde, el teléfono de donde me fui a vivir para seguir con mis estudios en la ciudad tras una semana de descanso y después haber abandonado el centro del Opus Dei donde residía. No era fácil, pero si logró encontrarme en apenas dos días en un paraje inhóspito a cien millas de la ciudad, el juego de obtener un número telefónico sería como de niños para él…



- ¿Cómo estás?, preguntó Pepito con un hilo de voz casi inaudible. -Pues, ¡mejor que nunca!; le solté con voz firme y segura. Probablemente también yo le preguntara lo mismo -aunque fuera por pura cortesía- pero la verdad es que no lo recuerdo a pesar de haber estado apenado por él.

Ahora sería un buen momento para preguntar a quién soltó tamaña majadería, la de poner precio a las almas -o a cualquiera de sus sucesores o secuaces- lo siguiente: ¿cuánto darían por el alma de quienes trataron a Víctor, de quienes destrozaron su vida y la de tantísimos tantos? Los autómatas ni siquiera lo comprenden, se limitan a seguir las instrucciones del manual, obra del iluminado de tres al cuarto y quienes la trasmiten.

Desde luego tiene mucho más sentido la pregunta que cualquier respuesta que ellos pudieran dar, que será ninguna, simplemente porque no la tienen. Y hay que ser absolutamente desgraciado para soltar aquello de que “quién obedece nunca se equivoca”. Por esa misma ley obtusa, llegamos fácilmente a que el Opus Dei es una estructura corrupta, perversa y por supuesto anticristiana. Menuda razón, suena incluso a voz metálica.

- ¿Has pensado en tu alma? Fue la primera pregunta seria al sentarnos en un Café para celebrar el primer cónclave con el Grillo después de mi salida. Era un encuentro en son de paz y así lo manifestó ante mi inicial negativa a tener contacto alguno. El pobre tenía que intentarlo y empezando por lo más delicado, lo más "valioso", lo más sensible que tiene –o debería tener- todo ser humano. Tenía que salvar el “negocio de la familia” de alguna forma, el negocio de comprar barato para venderte caro.

Sería hipócrita intentar escribir conversaciones que no recuerdo con mínima literalidad. Pero si es cierto que mi estrategia se limitaba a decirle que si a casi todo y que ya me pensaría lo demás, como lo de mi alma. Mi felicidad me permitía darle alguna que otra tenue esperanza, simplemente para no herirle en demasía. Pura delicadeza. Para que se fuera con la sensación de que yo no era mal chico y para que él tuviera alguna buena noticia que contar en la delegación. Admito que yo saboreaba especialmente aquellos momentos, daba gusto que a uno le trataran con guante blanco de seda como nunca antes nadie le habían tratado y sobretodo convencido de que no les serviría absolutamente para nada.

Resulta que en primera confesión y confidencia -fuera ya esa maníaca jaula- con un sacerdote de vocación, de los de verdad, con carrera, tonsura, confesionario, sotana y lo que haga falta para acallar al más opusino del mundo y sin tener nada a ver con ellos, valoró mi alma al pedirle yo consejo y favor. Me contó que era un tesoro de valor incalculable y que sólo el diablo podría hacer una estimación tan a la baja. El diablo suele regatear para depreciarlas, busca gangas para comprarlas, pagando ese precio de saldo y venderla por lo que realmente valen. Ese es su negocio.

Conozco a unos que también te la devalúan inicialmente, te la compran por muy poco y sólo mientras les sirves ciegamente, sólo entonces te dicen que vale mucho. Cuando -gracias a Dios- se nos cae la venda de los ojos, apenas te dan diez céntimos por ella. Ese es su negocio.

Pero Dios no crea ni da baratijas, Él nunca está de rebajas.

Pepito de turno: valgo bastante más de lo que me contaste y de lo que dijo tu fundador. Nuestra alma vale una fortuna, cualquier alma humana vale mucho más de lo que nadie pueda sentenciar. No tiene precio posible, tiene siempre un inmenso valor. Sólo un cretino podría hacerle el juego al diablo. Lo que no sabemos es a cambio de qué o por qué.

Víctor, que me lees desde el Cielo: ¡qué grande eres!

Manzano







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