La imposible vuelta a casa por Navidad.- Apocrifa
Fecha Friday, 04 January 2013
Tema 030. Adolescentes y jóvenes


Durante años y años un miembro de mi familia perteneciente a la Obra ha faltado a la cita navideña. Durante años todos nos hemos preguntado el motivo de que en fechas tan señaladas, fechas en las que sacerdotes que conocemos, monjas que conocemos, incluso misioneros que conocemos, vuelven a casa por Navidad, nuestra hermana no hace acto de presencia.

Durante años nos hemos preguntado por ella. No venía a casa, no pasaba las navidades con nuestros padres, la distancia ha crecido tanto que puedo asegurar que no la conocemos, no sabemos quién es, qué piensa -si es que piensa- o en qué se ocupa realmente. Sabemos que lleva una casa o una residencia o no se qué, que se ocupa de organizar, cocinar... pero no sabemos más. Incluso cuando pienso en mi familia se me llega a olvidar que tengo otra hermana. Tan notable es su ausencia que amigos de toda la vida de pronto te dicen oye... ¿pero tú tienes otra hermana? porque la distancia es tan enorme que se te olvida su existencia y no la nombras, no hablas de ella, es como si no existiera.

Los años han pasado, nuestros padres están mayores y enfermos, y nosotras esperábamos que ella regresara a casa por Navidad en esta ocasión en que ellos están tan mayores, tan enfermos y tan necesitados del cariño de sus hijas pero, una vez más, la hija numeraria se ha quedado en "su casa" y no ha venido a estar con ellos.

Esta persona, nuestra hermana, se marchó de casa cuando era menor de edad. Cuando hablas con ella tienes la sensación de que se quedó suspendida en el tiempo, de que no ha crecido, de que sigue viendo la vida como una adolescente de los años setenta. Rie por cosas que nos dejan pasmados a otros, piensa que somos malévolos porque retratamos la crudeza y dureza de la sociedad actual con los más pobres y más necesitados porque, seguramente opina eso tan bonito de que "Dios proveerá", -está claro que desconoce en qué manos y en qué situación estamos-, sus ropas son caras, sus gafas de lo más guay, parece desconocer esos problemas a los que nos enfrentamos continuamente los humanos que trabajamos o buscamos empleo porque estamos parados. Cuando se habla con ella se tiene la sensación de que vive en una urna de cristal o bajo un enorme impermeable y que todo le resbala, que sus razonamientos se quedan tan en la superficie que no es consciente de comprender y asimilar  lo que la vida real nos depara hoy día. En resumen se quedó estancada cuando pitó y aún no ha reaccionado.  Debe ser que con todo el pensamiento controlado y dirigido se va anulando la capacidad de pensar y razonar por uno mismo.

Esta es la realidad. Se marchó y no ha vuelto por Navidad, ni siquiera ahora que sus padres están tan graves, aunque, claro está, ella no los ve tan mal como nosotras. Ella dice, pues cuando hablo con ellos no los noto tan mal... ¡qué le vamos a hacer! en la distancia todo es camuflable, todo es diferente, y más si tu casa ha dejado de ser tu casa y tu familia ha dejado también de serlo.

Quizá deberían trasladarla cerca de nosotras, cerca de nuestros padres, para que pueda acompañarlos más, ayudarlos más, ser una buena hija con ellos. Pero parece que esto no entra en las prioridades de la Obra ¿de Dios?

Ojalá fuera así y nuestra madre contara con su ayuda y su cariño cercano, pero, repito ella no ha vuelto a casa por Navidad. Ojalá el año que viene...

Apócrifa









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