Ayer vi, en casa de mis suegros, uno de esos christmas colectivos que desde siempre se han mandado desde los centros de jóvenes.
Año tras año, los padres del residente, del adscrito o del chico encajado, reciben un sonoro christma con la firma de una docena de desconocidos que, sin embargo, les dicen cosas tan íntimas y sublimes como: Querida familia: ¡nos vemos en Belén!
Ya quisieran mis suegros ver a su hijo omniausente alguna vez, aunque fuese en Belén...
Bdm