Negar las evidencias es una rutina perversa de la que el Opus Dei se ha apropiado descaradamente, lo sabemos demasiado bien los que hemos pasado por ahí.  

Sin embargo, para dar el beneficio de la duda a quienes, estando dentro o fuera, no puedan dar crédito a ciertas prácticas inmorales de esta institución, añado mi testimonio para afirmar que también una de mis hermanas fue sometida, sin haber todavía cumplido los 14 años, a una tortura "vocacional" sin medida. 

Ella misma nos lo narró sollozando como una Magdalena nada más llegar de un viaje a Lituania, al que había asistido a una especie de campo de trabajo para chicas y organizado por el club juvenil, obra corporativa de la obra, a la que ella acudía regularmente. Era verano, todas las amigas se apuntaron a ese viaje aparentemente solidario para atender algo que tenían muy bien montado las señoritas del Opus Dei.

Durante toda una noche fue agredida psicológicamente para que se decidiera a dar su vida. Querían su compromiso, por agotamiento, querían asegurarse de que iba a escribir la carta cuando cumpliera los 14 años y medio. Ella lloraba, se retorcía de sufrimiento y su verdugo no cesaba. Un combate desigual la llevó a sentirse traumáticamente indefensa, no estaba preparada para nada de eso, menos para esa agresión psicológica. Esa es la indecente y cobarde ventaja para arrancar una "vocación divina". ¡Qué aberración!

No contenta, la numeraria que la asedió vino a casa a buscarla apenas 24 horas del regreso de ese viaje maldito. Quería estar segura de que la niña volvería al club y así poder acorralarla más. Mis padres encantados; esos pobres inocentes supernumerarios que no se enteran de nada.

Señorita Calandria: ¡qué pena y desgracia!. ¿Santas? ¿Inocentes?

Normalito.

P.D.: Dispuesto a dar nombres de centros, personas y fechas cuando haga falta.