¿Qué pretende esta madre?.- Ponciopilatos
Fecha Monday, 14 January 2013
Tema 010. Testimonios


Querida Ana: te agradezco de corazón tu respuesta, tu ayuda y tus reflexiones. Ciertamente sé que mi historia poco o nada nuevo aportan. Sé perfectamente que esa es una de muchas historias que los lectores ya han leído y que precisamente por ello, ya nos parece normal. Seguramente algunos, muchos, os estaréis preguntando: ¿qué pretende esta madre a través de esta web? ¿repetir lo que ya se ha escrito?...



Queridos lectores, no pretendo otra cosa que dar a conocer unos hechos. Unos hechos para mí graves en tanto que madre de una persona captada. Pretendo que todo lo que ha ocurrido se sepa. Y pretendo que se sepa porque si con ello evito que esta historia se repita en otra familia, me sentiré muy bien pagada. Pretendo advertir a muchos padres de la peligrosidad, a menudo no aparente, de esta secta destructiva que se llena la boca con la dignidad y la sacralidad de la vida del feto y en cambio es capaz de destruir la vida de un numerario/a y las vidas de sus familiares. Gente capaz de destrozar familias y de separar a sus miembros. Gente que ni respeta a personas enfermas pero que arroja por su boca frases como: “los enfermos son el tesoro de la Obra”. ¿Será que en realidad no están tan en desacuerdo con la eutanasia? Gente que siempre te contesta diciendo que lo que tú dices es mentira y que con ello cava su propia fosa, pues siendo así, son ellos los que, como primera norma de vida: ¡mienten! Gente capaz de considerar a los padres de un numerario/a como estorbos a una vocación fabricada, como demonios. Los padres, en tanto que educadores tenemos no la opción, sino la OBLIGACIÓN de advertir a nuestros hijos del carácter no cristiano de la Obra. Eso les es incómodo y en virtud de esa buena imagen a la que aludes en tu escrito, procuran eliminarnos sin más.

Es toda la verdad que la personalidad de mi hijo se interrumpió en su normal desarrollo, en el momento en que se fue de casa. Pero aún hay más, no sólo se interrumpió sino que perdió casi todo el amor que le habíamos enseñado. Y el amor no se pierde solito.

Soy plenamente consciente de que la Iglesia va a hacer poco o nada. Lo sé. Yo y mi familia no vamos a ser una excepción a su habitual forma de actuar. Y precisamente por esa omisión eclesial de quien debería actuar y no actúa, considero aún mayor mi deber de proclamar los hechos. Soy consciente de que a algunos les incomodarán estos relatos, pero si así es, bien indica que son relatos de verdad. Volvemos al casi eterno problema de imagen. Si he actuado del modo en que lo he hecho, denunciando los hechos a las autoridades eclesiásticas es porqué me siento en la obligación de hacerlo, en tanto que persona cristiana, no porque espere una respuesta.

Como habréis leído en más de una ocasión en mis escritos y en los de personas que colaboran con problemas similares en sus familias, sabemos que hay que proceder a denunciar estas actuaciones sectarias en tribunales de justicia. Y así lo haré en su momento.

El tipo de rescate al que aludes en tu escrito, y que se produjo en los EEUU, lo tenemos en mente y lo hemos planteado junto con el psicólogo especialista que nos atiende. No descartamos este método en el momento que pueda llevarse a cabo.

Seguramente, cuando se hayan producido uno o los dos anteriores acontecimientos, les va a desaparecer la comodidad de sus quietas posaderas en sus mullidos sillones. La suma del amor de una madre y la justicia pueden llegar a ser el grano de arena más destructivo para la maquinaria que propugna actuaciones sectarias.

Por otra parte, Ana, sé que nadie de los que he contado mi historia siente un ápice de amor hacia mi hijo, pero no por ello he dejado de denunciar el hecho. Pienso luchar con todo el arsenal jurídico que quepa en mis manos, porqué algo hay de seguro en todo este asunto: yo soy la madre y el amor de una madre hacia un hijo no es cuestionable.

Gracias otra vez Ana. Es muy gratificante sentirse acompañada y escuchada. Sentirse comprendida. Tanto más si quien te pisotea y levanta tus quejas es una organización que actúa en nombre de Dios.

Durante todo mi recorrido como madre ha sabido que soy incómoda para ellos, para los planes “divinos” que el Opus Dei tiene con otra de tantas piezas más del engranaje, que en este caso es mi hijo. Sé perfectamente que todos en el Opus Dei somos personas como pañuelos de papel: se usan y se tiran. Me puedo imaginar la dureza de tirar a nuestro hijo y “devolverlo” cuando ya no les sea útil, pero si así han de ir las cosas, por más que debamos vivir momentos duros, los superaremos, como tantas cosas hemos superado en nuestra familia con algo que sí es de Dios: el amor.

Ponciopilatos
Madre de un numerario







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