Transparencia de vivos y muertos en el Opus Dei.- Josef Knecht
Fecha Wednesday, 03 April 2013
Tema 125. Iglesia y Opus Dei


Vuelvo a comentar, como hice el pasado lunes (1.04.2013), el listado de sugerencias de Soyyootravez (27.03.2013). Ahora me referiré a sus tres primeras peticiones: 1) Exigir a todas las organizaciones de la Iglesia, de cualquier origen (diocesano, congregaciones, institutos pontificios, prelaturas, vicariatos, etc.), que hagan público los datos de identidad de cada uno de sus miembros (nombre y apellido, documento nacional de identidad, fecha de nacimiento, nacionalidad). Con la aclaración de la fecha de ingreso en la institución, tareas que desempeña, y, en caso de corresponder, fecha de egreso y motivos del mismo (deceso, renuncia, despido, enfermedad, abandono, o lo que sea). 2)  Ordenar que esta información quede a disposición de quien la solicite en todas las diócesis. Puede figurar en las páginas oficiales que esas instituciones tienen en la web y en las del Vaticano. 3) Establecer que la información debe actualizarse cada doce meses.

 

Advierto a Soyyootravez que, en realidad, el Opus Dei ya cumple parcialmente con este requisito; habría que precisar que lo cumple muy parcialmente. Todas las diócesis españolas (supongo que en otros países se hará algo similar) editan anualmente un libro, que es un “directorio” o “anuario diocesano”, en el que hacen constar datos de sus clérigos (organización de la curia, parroquias y párrocos, capellanías, etc.) y de todas las órdenes religiosas, femeninas y masculinas, que tienen en la diócesis su monasterio o convento: aparecen los nombres de todos los sacerdotes diocesanos, de los monjes y monjas, las direcciones y teléfonos de las parroquias, de los monasterios, etc. En esos directorios se dedica una sección especial a la prelatura del Opus Dei, en que se publican los nombres y, a veces, los domicilios de los sacerdotes incardinados en la prelatura que residen en esa diócesis. Curiosamente, no se explicita qué sacerdotes diocesanos son socios agregados o supernumerarios de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz; esta omisión se explica porque la libre adscripción de los clérigos diocesanos a asociaciones de espiritualidad sacerdotal no es considerada un dato que forme parte de la estructura organizativa de la diócesis, sino un asunto personal de cada clérigo.

 

Esos “directorios” o “anuarios diocesanos” –pueden tener otros nombres– están a la venta en las Librerías Diocesanas de cada obispado.

 

En cuanto a los laicos y laicas miembros del Opus Dei, la prelatura no publica ningún listado oficial, como tampoco de los socios de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz. Sólo se sabe oficialmente de la pertenencia de un laico a la prelatura cuando es nombrado “director” o “directora” de algún órgano de gobierno (Consejo General, Asesoría, etc.), porque ese nombramiento se publica en Romana, que es el Boletín Oficial de la Prelatura.

 

Romana publica, además, de manera exhaustiva en la sección de obituarios los nombres de todos los miembros del Opus fallecidos: sacerdotes de la prelatura, laicos y laicas de la misma y sacerdotes diocesanos socios de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz. Es chocante este modo de proceder: el Opus Dei es del todo transparente con sus miembros que viven en el “más allá”, pero no con los que viven en este mundo mortal. Se trata de una transparencia escatológica, que rinde honores a los que han recibido la gracia de la “perseverancia final”. Mientras no se recibe esa gracia, que sólo se hace efectiva en el momento de la muerte, los miembros del Opus Dei no son merecedores de plena transparencia ante los demás: ¿son sospechosos de infidelidad, y por cautela se les priva de transparencia social? También cabe otra explicación de este peculiar modo de actuar: puesto que los miembros laicos del Opus Dei son cristianos corrientes en medio del mundo, su mentalidad laical les garantiza la misma privacidad que a los demás cristianos corrientes, que no van pregonando por ahí la pertenencia a sus asociaciones. Sin embargo, este segundo argumento no me resulta convincente, pues no entiendo por qué después de morir ya se puede publicar en Romana la pertenencia del difunto al Opus Dei: ¿es que los muertos, además de perder la vida, pierden con ella la mentalidad laical que protegía su privacidad?

 

En fin, me hago un lío en la cabeza cuando contemplo un mundo al revés, en que los peces vuelan y los pájaros nadan y en que la mentalidad laical tiene fecha de caducidad cuando llega la muerte: un laico del Opus Dei persevera hasta la muerte habiendo vivido a tope la mentalidad laical; llega la muerte y se la quita. ¡Qué ladrona es la muerte!

 

Josef Knecht









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