Resistir y engañarse.- E.B.E.
Fecha Monday, 26 August 2013
Tema 040. Después de marcharse


RESISTIR Y ENGAÑARSE

 

La viabilidad del Opus Dei se puede definir por la capacidad de resistencia de sus miembros: hasta dónde son capaces de resistir (el OD) y de resistirse (capacidad de negación sobre sí mismos) a ver la realidad excedente (al discurso del OD). La capacidad de resistencia (física y psíquica) define en gran parte la capacidad de negación (decisión). Para negarse, antes hay que ser fuertes.

Por eso, no tiene mucho sentido discutir, en relación al OD, con quienes están convencidos de la divinidad del OD y de la inocencia de su fundador. Es cuestión de esperar y ver cuánto resiste o cuánta es su capacidad de resistencia...



Si es mucha, pues la discusión se hará interminable, por eso es mejor evitarla; y hay quienes resistirán toda su vida, hasta morirse resistiendo –y toda discusión les hace sentirse mejor, porque les ayuda a ejercitarse, reforzando así la resistencia-; además, resistirse a ellos es una forma de ser cómo ellos –o como posiblemente éramos nosotros mismos tiempo atrás-; por eso creo que no hay que resistirlos sino dejarles que sigan su camino de auto-negación y auto-abnegación en el cual creen y no pueden dejar de creer, si quieren permanecer en el Opus Dei.

 

Si la capacidad de resistencia no es mucha, pues no será necesario discutir nada, simplemente esperar a que el agotamiento mismo haga evidente la realidad ante los propios ojos (lo cual suele llevar años, detalle no menor).

Distinto es el caso de quien abandona el Opus Dei: no pareciera haber especial resistencia a “ver”. Es al revés. Gran parte de las cosas buenas publicitadas por el OD, como características propias, se volvieron inexistentes o falsas, por lo cual es fácil caer en la extrapolación. Entre los ex miembros –al menos al principio- no suele haber tanto “resistencia a ver” (negación) como “deseos de ver” en el OD lo que, en muchos casos, no hay. Es decir, de “todo es bueno” se pasa a “todo es malo”.

Unos se resisten a ver lo que hay, mientras otros quieren ver lo que no hay (dicho sintéticamente). El asunto es llegar al equilibrio, lo cual no es fácil.

Habrá cosas muy buenas en el OD (al menos como hipótesis), pero el problema está en todas aquellas otras cosas que oculta y desvía la mirada, en todo aquello que hace mal pero lo niega y lo oculta. Habrá muchas cosas malas en el OD, pero el asunto es señalarlas con precisión, sin caer en acusaciones que terminan desviando la atención, del mismo modo que Escrivá (como veremos a continuación) desviaba la mirada de sus seguidores. La imprecisión, a la hora de acusar al OD, no hace más que ayudarle a escapar.

***

El otro tema es la capacidad del Opus Dei para “distraer la atención” de sus miembros y fijarla únicamente en lo que el OD quiere que se aferre (incluye la “distracción de la memoria” y la reescritura de la historia institucional). De esta manera, uno puede “mirar sin ver”, como diría el Evangelio, escuchar pero no oír (y no al revés, como se podría pensar). El experimento más notable es cómo, viviendo tal cual religiosos conventuales, los miembros célibes del OD se piensan y se perciben a sí mismos como laicos (curiosamente la falta de hábito es una barrera que impide tomar conciencia de ese carácter conventual de agregad@s y numerari@s). No pueden ver que viven -en tantísimos aspectos- como religiosos conventuales. No lo ven, aunque miren lo mismo que miramos otros desde afuera.

En este sentido, el OD no es nada inocente a la hora de desviar la atención. La negación rotunda, por parte de Escrivá, de todo elemento religioso dentro del OD no es accidental.

Como quien hiciera un truco de magia, Escrivá sabía dirigir la mirada de sus seguidores para que vieran sólo lo que él quería que retuvieran, evitando que posaran la atención en las incongruencias de su presentación escenográfica. Pues la magia del OD acaba, al final de un largo proceso, especialmente cuando se encara el camino de salida. Sólo recién ahí. Mientras tanto, la mirada es dominada por un ejercicio hipnótico, propio del discurso del OD (*).

Desde luego, también hay otro elemento: no pocas veces uno cree lo que quiere creer. Es muy conveniente que la verdad del Opus Dei sea realmente verdadera, pues de lo contrario se viene todo un mundo abajo. Con ese elemento también juegan los directores, a la hora de sembrar el miedo si se abandona la barca.

E.B.E.

 

* No deja de sorprenderme lo que me contó un amigo sobre otra organización de la Iglesia, semejante al OD en muchos aspectos y muy diferente en otros, por ejemplo en el abandono de la institución: cuando un miembro deja esa otra organización, se organiza una despedida, una fiesta (no es algo secreto, oculto, que deba esconderse, sino algo público, que todos lo conocen), con su tristeza, por la separación, pero equilibrada con lo festivo. Muy diferente a las demonizaciones lanzadas por Escrivá. Y el otro elemento es la caridad: a quien deja la organización se le ayuda, o al menos se le intenta ayudar. Muy diferente a lo que hace el OD, en la mayoría de los casos testimoniados aquí en OpusLibros y de los casos que he conocido personalmente. En este aspecto, el OD es una oveja negra dentro de la Iglesia, por su carácter netamente anti-evangélico y anti-ejemplar.







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