Hola.
Quisiera
objetivar mi desencuentro con el opus dei, a la luz de
lo que expresé sobre las tres realidades del mismo.
En mi experiencia
personal, a pesar de tener algún tipo de veneración por el librito Camino,
jamás me hizo vibrar. Eran un tipo de perspectivas que yo las creía especiales
en la vida, importantes, pero nada más. Cuando alguna vez intenté hacer oración
con él, me encontraba distraído por más que intentaba concentrarme. El día que
me avisaron de la muerte del fundador, yo no tuve algún tipo de pena, o
emoción, o nada: fue una noticia.
Mi paso por la
residencia fue como estar en una parte donde había que estar, pero sin
compartir los ideales. Me gustaba la interacción y las actividades con las personas,
pero sentía que no encajaba ahí. Siempre fui muy malo para guardar los secretos
al hablar de la residencia con otras personas. Nunca hice proselitismo, salvo en
una sola ocasión. Yo no soy muy dado a vivir con demasiadas normas. Me gusta la
vida más relajada. Por otra parte, a mi no me gustaba andar contando cosas de
mi persona por obligación.
Por último, creo
en la santidad de Dios, y la de todos aquellos que llevan ese resplandor en el
corazón. Siendo casi un niño, gracias a mi padre que me animaba, tuve una muy
bonita experiencia al compartir la misa diaria con personas de mucha fe,
pobres, que aunque yo me burlaba de ellos por sus grandes escapularios que
vestían, pero que transmitían un amor y una paz que en un momento me regaló
Dios y que me hizo vibrar y ser feliz.
Quisiera
aprovechar este escrito para invitar a los que quieran a hacer lo mismo, que en
base a estos tres aspectos examinen su paso por el opus dei, y quizá les sirva
para saber ¿qué fue lo que pasó?
Gracias.
Paiquito