De modo paralelo al conocido itinerario jurídico de la institución
bien podría elaborarse el itinerario onomástico de su fundador.
Cabrían en él las diversas denominaciones
empleadas por él mismo o por los dirigentes de la institución que fundó (José María Escrivá Albás; José María Escrivá;
José María Escrivá de Balaguer; Josemaría Escrivá de Balaguer; Monseñor Escrivá
de Balaguer...), variedad que no deja de constituir todo un fenómeno
onomástico.
El fenómeno se complementa con la sistemática ausencia
de otros apelativos que hubiesen sido perfectamente posibles dadas las
costumbres de época y lugar, como Padre
José María o Padre Josemaría, y/o
Padre Escrivá o Padre Escrivá de Balaguer, común denominación de los sacerdotes en
España.
Asimismo es notable la mudanza en las
denominaciones utilizadas según va cambiando la condición del denominado. Por
ejemplo, una vez llegado a los altares sorprende la discontinuidad que suponen
las denominaciones empleadas frente a otras, quizá más lógicas, como Beato Escrivá ó Beato Escrivá de Balaguer.
Finalmente aparece la curiosa denominación de San Josemaría cuya principal virtud es -quizá-
la de evitar cualquier relación fonética con los nombres anteriormente
utilizados, al tiempo que -gracias al neologismo Josemaría- hace innecesaria la especificación frente a otros santos
cuyo nombre propio es también el de José
María (uno de los más recientes, San José María Rubio, canonizado en Madrid
en 2003).
Todo este jaleo onomástico -cuyo origen imagino
muy lejos de la simple ingenuidad- contribuye, por ejemplo, a que un autor piadoso
haya citado recientemente un texto del fundador atribuyéndolo a... ¡San Escrivá de Balaguer! Muy lógica confusión
por otra parte si se tienen en cuenta las comunes denominaciones de muchos
santos (San Ignacio de Loyola, San Antonio de Padua, San Nicolás de Bari, Santa
Teresita de Lisieux...)
Para acabar, resulta que después de tantas
vueltas por evitar el paralelismo con los religiosos en general y con los
jesuitas en particular, las iniciales de
la denominación definitiva son precisamente ¡S.
J.!
Bdm