Han de saber los lectores una costumbre en la
Obra impuesta por Escrivá como parte de la virtud del desprendimiento. Es
costumbre en esta época que nuestra familia de sangre nos regalen cosas: ropa,
dinero, libros, tablets, móviles, etc. Un fiel agregado o numerario tiene el
deber de entregar absolutamente todo a su director después de recibirlo. Será
el Director quien decida si se lo queda, lo guarda o lo entrega a otra persona.
Es más, una de las santas mentiras será que, para que los padres crean que el
hijo está usando lo que le han regalado que algunas veces el hijo visite a sus
padres o envíe fotos con la prenda o artefacto regalado. Parece increíble, pero
así está escrito por San Josemaría como parte del carisma que Dios le hizo ver.
Un Dios bastante extraño el que se reveló a este santo fundador. Por demás es
sumamente interesante cómo se emplea esta costumbre divina para fracturar la
unión con la familia de sangre. Un vínculo que debe encapsularse en visitas
cronometradas, cartas fantásticas pletóricas de alegría y firme convencimiento
(con el internet esto se les está yendo fuera de las manos) e invitaciones
esporádicas a la casa del Opus para recibirlos con la mortificación de la
sonrisa y la comodidad propia de estas sedes con manjares exquisitos.
Así que les recomiendo a los papás no les regalen
nada que no sea de uso específico para ellos: unos lentes a medida, un libro
para su curso de universidad, un disco de música, ofrecerle pagarle un curso de
inglés (pero no darle el dinero), un seguro de vida o de jubilación.
Nicanor
nicanor.wong@gmail.com