He aprendido a vivir la pobreza desde que me fui.- ENR
Fecha Monday, 27 January 2014
Tema 070. Costumbres y Praxis


Dejé la institución hace unos meses, después de muchos, muchos años. Y es en ese tiempo cuando he aprendido el valor de las cosas y, más importante, por qué ahora soy consciente de aspectos que antes ignoraba olímpicamente.

En la institución da igual tener o no tener. Jamás falta lo necesario, teniendo presente también que el listón de la "necesidad" está muy alto. Este hecho, que es a priori bueno porque significa que ningún miembro carece de nada, implica que con el paso del tiempo uno se acostumbra y da por sentadas y normales muchas cosas que en absoluto lo son. Y eso es malo.

No es normal ignorar cuánto se paga de luz o de agua, que dé igual dejar luces encendidas o apagadas o tener el aire acondicionado "on" u "off", no es normal ignorar cuánto se paga de hipoteca por la casa en la que uno vive a cuerpo de rey, o no saber si se cubren gastos o no. ¿Qué ser humano adulto y normal no debe preocuparse por sus ingresos en el mundo actual? ¿Hasta qué punto se está en el mundo cuando da igual trabajar o no trabajar porque uno seguirá viviendo exactamente igual como vivía? ¿Cómo se puede llamar a eso mentalidad laical?

Y por otra parte, es normal funcionar así porque es como se ha funcionado siempre y uno se acostumbra. ¿Un mes no llega el dinero? Se pide a la delegación y asunto resuelto. ¿Uno gasta más de lo que ingresa? Se le dice con toda delicadeza y eso es todo, si cambia es asunto suyo y si no cambia también, lo que es seguro es que todo seguirá igual. ¿Eso es mentalidad laical?

Recuerdo que una vez, debía ser una fiesta A, la administración sacó un vino "Gran Reserva 1994" al que nadie en la mesa dio no ya mayor importancia sino ninguna en absoluto. Cuando lo comenté con un amigo buen conocedor de la materia, abrió unos ojos redondos y dijo "Es un grandísimo vino. ¿En serio bebéis este tipo de vinos en un día de fiesta?"

En la institución se ignora qué significa ahorrar durante x tiempo para permitirte un capricho, cuando es una experiencia enriquecedora e instructiva. Si uno tiene un capricho, lo consulta y nueve de cada diez veces le dicen que sí. ¿Ha debido luchar para conseguirlo? En absoluto. ¿Lo valora? A veces sí y a veces no, más lo segundo que lo primero.

Mentiría si dijera que me gusta ver las facturas de luz y agua, pero el hecho de controlar qué pago mes tras mes y qué diferencia supone poner la calefacción 24/7 o programarla, me ha hecho mucho más consciente del coste de las cosas. Disfruto ahorrando para permitirme un capricho con la persona a la que quiero y cuando lo hacemos realidad lo valoramos mucho más que si no nos hubiera costado nada. Eso, en la institución, se desconoce y no hablo del hecho de compartir algo con alguien sino de que cueste conseguirlo.

ENR (Exnumerario reciente)









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