Escrivá, en una de sus más conocidas
manifestaciones de humildad, decía que él había conocido a unos cuantos papas y
a docenas obispos, pero solo a un Fundador del Opus Dei (no sólo lo dijo
verbalmente sino que quedó por escrito). Yo no he llegado a tanto, pero sí tengo
mis santos. Entre ellos, con todos los respetos a la correspondiente
Congregación Romana, no están ni el santo marqués ni el inminente Portillo. Sí
está, en cambio, mi madre, que, siendo una de las primeras universitarias
españolas, mantuvo en circunstancias adversas la fe que nos transmitió a sus
hijos. Y está también mi tío Sabino, mártir salesiano ya beatificado, cuyo
cuerpo nos gustaría que nos ayudaran a encontrar esos entusiastas de la
memoria histórica.
Pepito