El cambio en la dirección espiritual desde octubre de 2011.- E.B.E.
Fecha Friday, 30 May 2014
Tema 125. Iglesia y Opus Dei


Muy agradecido estoy por la síntesis que Junio ha hecho de la situación en relación a los cambios dentro del Opus Dei en lo que hace a la dirección espiritual.

Por lo que puedo observar, la carta del prelado de octubre de 2011 tuvo varios objetivos. Uno de ellos fue formular una suerte de declaración pública en relación al tema dirección espiritual a pedido de alguna instancia que se lo estaba exigiendo (debería haber sido rectificación pero fue declaración, como si el pasado no hubiera existido). Dicha instancia podría haber sido una circunstancia (razones sociológicas, “el pueblo” se lo pedía, digamos) o directamente una autoridad (razones de fuerza mayor). Pero otro objetivo ha sido el de establecer y presentar, solapadamente, un nuevo paradigma y un nuevo lenguaje, para referirse a lo mismo de siempre pero con otras palabras...



 En este nuevo paradigma se acabaron los informes de conciencia escritos, se acabaron las cuentas de conciencia, etc., para dar comienzo a un Opus más Light, como si realmente fuera más una prelatura que un instituto secular. En realidad no se acabaron, ni los informes ni las cuentas: según la carta de Echevarría, nunca los hubo. Lo cual me recuerda a “nunca fuimos religiosos” y tantas otras afirmaciones semejantes.

Cuando Junio recalcaba en su correo la palabra «preocupación» o la frase «les preocupa» enseguida pensé: esto lo he leído en algún lado, ¿dónde ha sido? Pues en la carta de octubre de 2011, donde el prelado inaugura un nuevo código, aunque no canónico, para referirse a ese ámbito en el que se reúnen gobierno y dirección espiritual.

«Esa atención se sitúa en el ámbito del consejo para ayudar a progresar en la vida cristiana. (…) [Escrivá] comparaba alguna vez la dirección espiritual a la tarea de un hermano, que se preocupa por la marcha de los hermanos más jóvenes» (n. 15).

«En definitiva, la Confidencia es una conversación entre hermanos, y no la de un súbdito con su superior. Los que atienden esas charlas fraternas actúan con una delicadeza extraordinaria, fruto de la preocupación exclusiva por la vida interior y las tareas apostólicas de sus hermanos (…)» (n. 15)

Muchos han sido los artículos que ha generado en OpusLibros dicha carta. El prelado instaura una nueva forma de hablar, para en realidad referirse a lo de siempre.

Lo interesante es que si los directores usan un nuevo lenguaje es posible también que recurran a nuevas maneras de hacer. No sería extraño que en lugar de conservar parámetros rígidamente establecidos –como los del pasado: informes escritos, charlas estrictamente semanales, etc.- para el escrutinio de la conciencia del dirigido, por parte del director, ahora ese encuentro se produzca de manera más informal, incluyendo “encuentros casuales” (incluso se ha desmantelado a los directores locales de sus funciones de gobierno, o al menos aparentemente).

El apostolado de «amistad y confidencia» engañoso que se hacía para afuera, ahora se incorporaría a la institución misma. La manipulación que se hacía con los “chicos de san Rafael” se trasladaría a los “chicos de san Miguel”.

El verbo «preocupar» es el vocablo designado para entablar una conversación del tipo “gobierno-dirección espiritual”, sin decirlo explícitamente: es la clave para hablar de la intimidad ajena o «el permiso» para  meterse en la intimidad de los demás, quitándole así todo aspecto coercitivo en ambos casos. «Preocuparse» es un motivo muy loable, como todos los ideales bajo los cuales el Opus Dei esconde sus intereses de gobierno. Incluso el proselitismo es interpretado de la misma manera:

«[El apostolado] supone un salir de sí mismo para preocuparse por los demás y compartir con ellos lo más verdadero, bonito y bello: nuestra vocación cristiana.»

Como diría Membrillo, el término es uni-dual, es uno pero tiene doble significado: hacia afuera «preocuparse» significa “empatía e interés” por el prójimo, mientras que hacia adentro significa “interés y objetivos de gobierno” puestos en esa persona.

«De igual modo hemos de compartir las preocupaciones, las ilusiones, las dificultades de quienes tratamos» (n. 29).

Habría que agregar siempre y cuando el interesado quiera compartirlas. Lo que sucede es que las formas amables se prestan para la confusión, y entonces, lo que se presenta como preocupación, generalmente no es otra cosa que invasión a la intimidad.

Un término que el Opus Dei debería erradicar, para no contradecirse con su «preocupación» por los demás, es la palabra «tratar» (por lo visto, el inconsciente lo traiciona al prelado). Eso de «tratar» se emparenta con manipular y se da en una sola dirección, ¿o acaso «a quienes tratamos» también «nos tratan a nosotros»? En la próxima charla informal no estaría mal decirle al director «fulanito –un amigo- me está tratando» a ver qué cara pone. «¿Tratando de qué?» «No lo sé, pero me está tratando». No suena bien, ¿no? Pues tampoco suena muy bien cuando los del Opus Dei dicen de “compartir las preocupaciones de quienes tratamos”. Es típicamente proselitista esa forma de expresarse. En cambio, Francisco habla de hacer atractivo el Evangelio: La Iglesia no crece por proselitismo sino «por atracción». Qué diferente. Sin embargo, Echevarría insiste en contradecir al Papa y prefiere «tratar» a los demás. ¿Tratar de qué?

Pese a lo dicho, posiblemente todo este planteo no sea percibido por muchos “chicos de san Miguel”, quienes han pasado a ser los nuevos “chicos de san Rafael”, los cuales no tenían conciencia de la manipulación que se ejercía sobre ellos ni tampoco sobre sus amigos. Es posible que las nuevas generaciones de numerari@s y agregad@s sean mucho más ingenuas que las anteriores, en la medida en que se les involucre menos en el ejercicio directo de la manipulación, a diferencia del estilo abiertamente coactivo en las décadas pasadas.

¿Qué los directores se hagan «amigables», será otra estrategia para obtener confidencias informales? No sería nada extraño. Pues lo importante es «hacer hablar», que el interesado abra su conciencia y a su vez deje entrar la voz los directores. Que se dé a conocer y que  permita recibir “los consejos” de los directores.

Si en el pasado lo importante era imponer la obediencia militar (1941: «la más severa disciplina militar»), ahora en 2014 lo primordial sería lograr lo mismo, pero por otros medios, pues los tiempos han cambiado, la sensibilidad es otra, aunque los objetivos de gobierno siguen siendo los mismos: conseguir la adhesión de las conciencias hasta el punto que estén dispuestas a darle todo a la institución y darse ellas mismas. La manipulación se torna mucho más sofisticada, aunque no sé cuán efectiva será con el paso del tiempo. Esto a su vez coincide con ese nuevo objetivo de empezar desde temprano con el proselitismo, adoctrinando a los niños en el «espíritu del Opus Dei», pues cada vez se hace más difícil obtener esa entrega total para la institución. El problema es que esos niños serán fácilmente “fanatizables” cuando sean adolescentes y entonces el Opus Dei podría volver a los viejos tiempos, a los de la más severa disciplina militar. Si ahora el Opus Dei ha levantado el pie del acelerador, ha sido porque las circunstancias le han obligado. No es más que un impase forzoso.

Aparentemente el viejo sistema de gobierno de las conciencias fue denunciado ante la Santa Sede con gran efectividad y no puede ser más utilizado abiertamente en manos del Opus Dei, por lo cual habría sido reemplazado por un nuevo sistema que conserva los viejos hábitos solapadamente y los oculta con un rostro amable de «amistad y preocupación por el prójimo».

Da la impresión que lo que ha cambiado es el camuflaje pero no el sujeto que se encuentra habitándolo. Más allá de las formas, el problema es que sigan practicando el secretismo y la manipulación para gobernar. No se ha dado un verdadero cambio.

E.B.E.







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