Autobombo y nada más que autobombo.- Josef Knecht
Fecha Wednesday, 09 July 2014
Tema 020. Irse de la Obra


Agustina ha informado (7.07.2014) de que desde hace poco tiempo los directores de la Obra de Escrivá han impulsado una campaña, carente de espontaneidad, para que ex miembros “en buen plan” informen a la Santa Sede de los beneficios obtenidos a lo largo y ancho de su paso por la Obra escrivariana. Mal tienen que estar las cosas en el Opus cuando sus mandamases recurren a la ayuda de los ex miembros, a quienes el fundador consideraba vacilantes “hijos de quita y pon”, “personas que no tienen cordura” y quebrantadores (al estilo de Judas) de la vocación divina. Recientemente nos lo ha recordado Heart aportando palabras textuales de Escrivá:

"No juguéis con vuestra felicidad. Yo no tengo hijos de quita y pon. Os quiero con una fidelidad inquebrantable. La vacilación es algo de personas que no tienen cordura. Incluso humanamente, la falta de fidelidad no se comprende. El mejor regalo que podéis hacerme es vuestra fidelidad y vuestro cariño. Os he repetido cien veces que seáis fieles y os lo seguiré repitiendo. Porque lo tengo clavado en el corazón. Hay que pedirle al Señor que os mande la muerte antes que no perseverar." Meditación de Escrivá. 15-VIII-1961. Publicado en tomo V de "Meditaciones" página 404.

Ya que los ex miembros no pueden hacer el mejor regalo, al menos los directores del Opus se conforman con el regalito de que escriban cartas a la Santa Sede aportando buenos informes de la Obra de Escrivá. En realidad, no es nueva esta táctica de servirse de los posibles beneficios de ex miembros. Con motivo del fallecimiento del arzobispo emérito de Barcelona, ex socio de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz, cardenal Ricard Maria Carles, una nota necrológica de Desdelaotravida (27.12.2013) nos aportó suculenta información.

Pero el problema de fondo no es la manipulación a la que los directores del Opus someten a algunos ex miembros en favor de sus intereses. El problema de los directores es más profundo: la incapacidad de someterse a una mínima y objetiva autocrítica, pues sólo saben analizar su gestión a la luz del autobombo institucional. Este es el problema.

El mal absoluto no existe en este mundo. Incluso en la Alemania nacional-socialista pueden encontrarse no pocos elementos positivos: patriotismo y autoestima nacional, disciplina y rigor para la obtención de grandes logros, importantes avances científicos y tecnológicos, etcétera. Pero en estos casos no hay que olvidar el adagio filosófico que se remonta al sabio Pseudo-Dionisio Areopagita y dice: bonum ex integra causa, malum ex quocumque defectu. He aquí el quid de la cuestión. Los dirigentes del Opus son, de momento, incapaces de ver defectos en su labor de gobierno porque creen, sin base teológica sólida, estar dotados de una especie de infalibilidad que el santo fundador imprimió en su fundación. Por eso, cuando reciben la más mínima crítica, reaccionan aplicándose el victimismo martirial de la persecución religiosa, desencadenada por vacilantes “hijos de quita y pon”, “personas que no tienen cordura” y quebrantadores (al estilo de Judas) de la vocación divina.

Mientras los dirigentes de una institución estén obcecados para reconocer sus posibles errores y carezcan de la más mínima y sana capacidad de autocrítica institucional, los problemas de su labor de gobierno nunca se solucionarán, por mucho que desplieguen una espectacular campaña propagandística. Así lo enseña la conocida fábula medieval sobre el rey que, estando desnudo, creía estar vestido de ropajes elegantes, y no le faltaban aduladores hipócritas que elogiaban sus invisibles vestimentas. Esta es también la trama de un entremés de Miguel de Cervantes titulado El retablo de las maravillas.

Josef Knecht









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