El ave triste.- ramana
Fecha Friday, 25 July 2014
Tema 090. Espiritualidad y ascética


Están surgiendo en los últimos tiempos varios artículos que especulan sobre la posible “reforma” de la Obra de Escrivá y quiero echar mi cuarto a espadas sobre esta cuestión, con la venia.

Considero que el Opus Escrivae se autocolapsará antes que reformarse por razones estrictamente fundacionales de todos conocidas. Es el don (relativo, por la eficacia a corto plazo) y el castigo con que nacen y crecen las organizaciones de tipo sectario, integristas y ofuscadas en su fascinación por la letra y su ceguera ante el vuelo libre del espíritu. Solo el Opus de Escrivá se salvaría de sí mismo, antes de desaparecer hediendo como Herodes comido de gusanos (Cfr. Hechos, 12:20-23), si en vez de intentar una inútil reforma gestase dentro de su seno (entre sus desengañados miembros que crean más en Dios y el Evangelio que en Monse y Don-al) una verdadera revolución, gracias a la cual lograsen liberarse de toda esa malla casi infinita de mentiras, doblepensar y reescritura de su historia que los tiene atenazados e incapacitados para otra cosa que nos sea la tristeza y el disimulo.

El nuevo Opus, esta vez sí Dei, tendría que, entre otras providencias proceder a:

- Liberar a las numerarias sirvientas de su condición y establecer turnos en las casas, entre sus residentes, para ocuparse de la intendencia, como hace todo hijo de vecino en el mundo y hasta en los monasterios. Y si los señoritos son tan señoritos, contratar servicio y pagarle ajustándose a la legislación vigente.

- Pedir perdón a lo ex por el daño causado.

- Reconocer entre los suyos la ingente cantidad de mentiras y manipulaciones de toda índole que han llevado a cabo, en la iglesia y fuera de ella, para lograr sus objetivos, teniendo siempre presente que el fin nunca justifica los medios.

- Vender todas sus riquezas, entregarlas a los pobres, reconocer la libertad de los hijos de Dios entre sus miembros y que estos vuelvan al mundo para ser levadura en todas las actividades humanas como cualquier ciudadano. Sobre esto último, casi todos los lectores de estas páginas recordarán la anécdota con que Escrivá glosaba el comentario al pasaje del evangelio en que Jesús, al pedirle lo mismo al rico que quería seguirle, éste se dio la vuelta y se fue triste: era más amigo de sus riquezas temporales que de Jesús y su mensaje. Cfr. Mateo 19, 16-22. Escrivá lo llamaba “el ave triste”, jugando con la traducción latina: abiit tristis. El ave triste. Pues eso.

ramana









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