Sobre la perseverancia.- Lizzy Babieca
Fecha Monday, 01 September 2014
Tema 070. Costumbres y Praxis


Después de un tiempo, más o menos breve, en que se ha establecido -en la persona del iniciado- el convencimiento sobre la llamada de "dios" a la Obra, se le explica muy detenidamente cómo la vocación es apenas una lucecita en alma, la cual se debe cuidar mucho muchicisísimo, no vaya a ser que ésta se apague. Por lo tanto, no se toca, ni con el pétalo de una flor. Cuestionamiento cero. "Ahora es el tiempo de la perseverancia", te dicen, la hora de ser fiel, hasta que estires lo más buenamente que puedas tu santa pata. Que no importa la dificultad, hijo mío, que a través de los montes pasarás, así ya tengas el cuello chueco, los huesos medio desechos, los cabellos ralos, y te cuelguen -a veces- los excrementitos. A perseverar, como sea...



Esto de perseverar es realmente algo muy grande. Muy-muy, lo digo en serio. Cuando la causa es noble, perseverar es la prueba de la constitución misma del alma. Somos o no somos machos/mujeres, gallitos, toros, ¿vacas?, top, bacanes, súper héroes o súper errores. Que la perseverancia mide nuestra entrega, la calidad de nuestro amor, la fortaleza misma de nuestra médula ósea, el ser interno, el sol de nuestro espíritu, nuestra verdadera fragancia. El ser humano, la verdad de las verdades, se mide en función de la perseverancia en el amor, el bien y la belleza, pese a las dificultades. Menudas personas seríamos si salimos arrancando a la primera, a la segunda o a la quincuagésima. Yo admiro a los que así perseveran. Cuando me topo con ellos, los estudio y les copio lo que puedo. Como puedo intento sacudirme y ver cómo mejorar los oxidados interiores de mi armadura y afilar un poco la espada, arreglarme las mechas y sacarme las lagañas.

En la perseverancia en el bien nos jugamos el alma y la vida. Que si no, uno realmente se aburre como oooostraaaaa, que no hay mucho más que hacer que comer, ir al baño y dormir, porque el enemigo del bien no es el mal (que no existe como tal pues) sino la falta de interés, la indiferencia mas indiferente con respecto a lo bello. Ya lo dijo Satur: es la incapacidad de disfrutar lo bello lo que nos hace mediocres. Pues que de nuestro amor a lo bueno y bello, de nuestro interés de perseverar en él, se aprovecha el proselitismo opus para obligarnos a tragar una serie de agregados, que ellos como institución van sumando a nuestra entrega, de manera un poco engañosa, como quien no quiere la cosa, primero (el caritativo y prudente plano inclinado), y ya bien exigente, después. Que a TODO esto te has comprometido, por amor a "dios" y las almas, hasta el fin de los tiempos.

Hay algunos que lo soportan mejor que otros durante años, durante décadas, y es que son bastante exitosos en el opus en camuflarte el gato. Los pobres no se dan cuenta, sino cuando ya es demasiado tarde. No es que sean estos tontos, o espabilados sinvergüenzas; simplemente, no han tenido la experiencia de la contradicción vital del opus -familia y milicia- en su propia carne. No lo saben, pues no han tenido oportunidad de vivirlo; mal pueden abrir su boquete, su cuarta pared que digamos, y darse cuenta de que la realidad puede tener otras formas de entenderse. Que esta puede ser otra, otra muy otra a la que se creía.

El que la peña no llegue a percibir el entuerto opus, depende, fundamentalmente, de los directores, de su capacidad para aplicar los criterios que más ayuden a las personas, lo que muchas veces pasa por supeditar los fines de la milicia opus a los de la familia opus. Primero actuamos como familia, y luego salvamos el mundo, Batman. Y también que los hermanos se porten como tales. Así, hay muchos afortunados adentro a los que todavía no les ha tocado ver el gato. Lo que no significa que el gato no exista.

También esto pasa porque estos afortunados han sabido "dejarse ayudar". ¿Qué significa esto? Pues que han elegido creer y hacer todo lo que esté a su alcance, por seguir creyendo que el gato es una desviación del espíritu, algo como una alucinación o tentación demoníaca, que realmente no existe. Y se van al oratorio, y le ponen más empeño a la mortificación y se dejan la silla más mala y el pedazo de leche asada mas deformado. Y encuentran razones para matar al gato en su mente -o a veces para disfrazarlo de liebre, que también pasa-, y cuando te ven así en buen plan, que en la Obra te hacen cariño, pues que te han pedido de todo, y ahí tú, firme al pie del cañón, dispuesto a todo. Has probado el punto: que eras tú el que debía hacer cosas para que los pudieras ver tal como son -hermosos-, que no puede haber otra explicación de realidad.

¿Qué pasa cuando no eres ya capaz de dejarte ayudar? El no dejarse ayudar empieza con una grieta en el capullo. Un diminuto rayito de luz. Algo pasó en la cabeza, o en el corazón, o en ambos. Algo que alumbra los bigotes del gato, de modo que ya no puedes negar su existencia. De a poco, ya no quieres darte el trabajo de adoctrinarte a ti mismo, de "tener motor propio" en cuanto a gestionar tu propio convencimiento interior de que este es tu y él único camino. Le dejas la prueba a los otros: si la grieta partió en la cabeza, que porqué la praxis se aleja de la maravillosa teoría; que si empezó en el corazón, pues explíquenme porque me siento más solo que un de'o y mis hermanos me evitan, como la peste. Y una empieza a protestar y a pedir ayuda... y ahí está el problema, que te has PERMITIDO tener UN pensamiento crítico contra el opus y protestar, es decir, explicar lo que te parece mal porque a ti no te ha hecho bien. Malo, malo. Candidato al rejalgar. Y luego, como tienen hasta la médula lo del apostolado de no dar, que si en verdad estas necesitado, pues maní. Y es que no te has dejado ayudar, pues. Es decir, que al no haber hecho todo lo necesario por auto convencerte de que éste es tu camino, has tirado por la ventana tu vocación. No eres ya capaz de ver nuestra hermosura, y en que no cambies, o tiramos la cadena o te hacemos "bowling" hasta que te vayas.

Al parecer, la ayuda consistía en observarnos y juzgarnos, gracias, tratando de no contaminarse. Tal que llegamos a un punto de no retorno, y rompimos el cascarón. Ahora, ironías de la vida, la perseverancia sigue siendo el gran tema de mi vida, pero esta vez se trata de perseverar en el bien, no en una vocación mas fotoshopeada que portada de Madona.

Aquí, un pollito y un gatito, recién enterados que los uso como metáforas, qué culpa tienen.

 







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