Queridos Dionisio, Josef Knecht y todos (orejas e infiltrados).

Dionisio, en relación a tu escrito (Juan Pablo II y el lado oscuro. 15 de septiembre de 2015) no afirmo que “JPII no conocía realmente las prácticas del lado oscuro” sino que digo que si hubiera tenido información suficiente, creo que “no le hubiera temblado la mano” en tomar medidas en relación a la concesión de la Prelatura y a la canonización del P. Escrivá. Cito en mi escrito algunos posibles “atenuantes” -que no dejan de ser suposiciones mías-, y estoy de acuerdo contigo en que si disponía de información suficiente -importante lo del “grado” de información: ¿poca, regular, mucha…?-no cabe argumentar ignorancia invencible.

Me hace gracia lo de tu alusión a que soy periodista, porque he oído muchísimas veces eso. Los periodistas no sabemos todo, más bien conocemos “algo” de “pocas cosas”, los temas por los que nos ha llevado la profesión (creo que Agustina y los periodistas que leen esto estarán de acuerdo conmigo) por lo que desconozco si “los servicios de información del Vaticano no tienen nada que enviar a los de la CIA y al Mossad”. Dices que “sus contribuciones a la doctrina social de la Iglesia fueron buenas, pero se quedaron en palabras” y añades unos ejemplos para apoyar esta afirmación que no entiendo: creo, puedo estar equivocado, que los divorciados no están excluidos de los sacramentos por ser divorciados, sino que están excluidos de recibir aquellos sacramentos que exigen estar en gracia de Dios, o sea sin pecado mortal; lo mismo que una persona que ha matado a otra. Por la misma razón, el ejemplo que pones tú -no pagar un salario justo-, porsu que tampoco pueden recibir los sacramentos que exigen estar en gracia de Dios; ídem de ídem con los que tienen su pasta gansa en paraísos fiscales, pero tu petición de excomunión para estos pájaros, me parece exagerada… Creo, insisto en que igual esto no es así, que las únicas excomuniones que están vigentes -digamos que es una “legislación especial”- son para los que violan el sigilo sacramental (asunto muy trabajado en estas páginas) y en el tema del aborto.

Josef Knecht (La responsabilidad de los mentirosos y la de los engañados.15 septiembre 2014) en mi escrito yo no exculpo a Juan Pablo II, ni “doy a entender que sólo quien lo engañó obró mal”; me limitó a decir que, quizá, no tenía suficiente información y creo que dejo muy claro en esas líneas que, al igual que tú, esos dos actuaciones (concesión de la Prelatura y canonización) fueron una equivocación del citado Papa. No tengo, como tú, tanto conocimiento de las estrategias o visiones del modo de “evangelizar” de Juan Pablo II y del P. Arrupe, pero por lo que relato de las actuaciones de los jesuitas (a los que no tengo ninguna manía, más bien al contrario) en aquellos años y lo que conozco de Juan Pablo II, en muchos campos, me quedo con el polaco.

Respeto, porsu, vuestras opiniones y críticas a los “mandamases” de la Iglesia -Papas, cardenales…-, sin embargo, me cuesta mucho y no lo haré, verter duras críticas, en público o en privado, verbalmente o por escrito, por aquello tan conocido de que la Iglesia es santa, pero está compuesta por gachós santos, normales, imperfectos, imperfectísimoooos… y prefiero no entrar a juzgarles.

Un fuerte abrazo para Dionisio, Josef Knecht y para todos (orejas e infiltrados)
unonuevo