Mientras me tomo un jugo.- Lizzy Babieca
Fecha Friday, 26 September 2014
Tema 040. Después de marcharse


Acá tenemos lo que llamamos feria (que en otras partes llaman mercado), que es un lugar donde se disponen puestos de verduras y todo el cachivache que usted se pueda imaginar; desde libros, películas piratas, chicle y hasta ojotas. Todo con muchos colores, voces, olores y desorden. Y a precios módicos. Mi marido gusta de ir por la verdura y la fruta los fines de semana. Vuelve con dos bolsas llenas colgando en cada brazo, y debajo de uno, casi siempre un libro. Hace cosa de un año, llego con una joyita: "Paris era una fiesta", de Hemingway, una edición de tropocientos años. Para mí, de regalo. Ese finde salimos los ocho a un gran parque de mi ciudad, y recuerdo que había barro, porque era invierno, pero no me importó tirarme ahí mismo, ni que me saltaran los niños sobre la cabeza: me lo leí tan rápido que ya para el domingo, no me quedaba libro...



Era como estar con un viejo amigo. Mi marido, más sabio, tardo una semana entera, y cuando ya le quedaban unas cuantas páginas, me pidió que lo acompañara con una copa de vino blanco: que le daba pena terminaaarlooo. Lo comentamos intensamente, y puede decirse que de alguna manera ese libro nos cambió. ¿Qué de qué se trata el libro? De un chico en sus 20 viviendo en el Paris de los 20´ del siglo XX; es decir, que si algo interesante pasaba en el mundo, pasaba allí. Este chico tenía su mujer y su hijo, y eran pobres como ratas. El escribía en los cafés, y se alimentaba de ostras y vino blanco. Así cualquiera se inspira. Recorría las calles y se topaba con todos los poetas ilustres que se te ocurran, con todos los pintores, escultores y mentores. Pero al parecer, Paris era una mierda en invierno, con las ramas de los arboles peladas rayando el cielo gris, y se iban a las montañas ¡a esquiar los perlas! El sabor que te deja el libro es que no hace falta mucho para ser feliz. Al menos, esa es la imagen que te quiere transmitir el autor, que en ese momento no era famoso, ni reconocido, ni venerado como más tarde fue. Que siente haberse perdido a sí mismo con la celebridad, y el dinero.

¿Que por qué les cuento todo esto? Porque no se me ocurre otra forma de introducirlos al tema de la felicidad común y silvestre, al alcance de la mano. Acá todos hemos sido aspirantes a santos -menuda aspiración- y ya fuera de esa barca, quedamos como desorientados con el tema de los ideales, del sentido de la vida, del porqué estoy aquí y para qué sirvo. Aun si conservamos la fe, 2 + 2 no nos da cuatro. ¿La felicidad?: una cosa etérea e inalcanzable, de otro planeta, que le pasa a otros, pero no a uno. Como que uno perdió su oportunidad, se le pasó el tren, que digamos. ¿No era la felicidad algo así como "dejar huella y poso", algo MUY TRASCENDENTE, con fuegos artificiales y música de Bach de fondo? Que hay que conformarse con menos, y nos vamos por ahí, conformándonos con menos. Un poco heridos, con el ala medio rota, y a veces, con el corazón sangrando. Lo he leído acá de muchos de los sabios que escriben, algunos con chiste y gracia.

Pues que no. Edgar Allan Poe escribió sus "cuatro condiciones para la felicidad", allá por el mil ochocientos y algo: el amor de una mujer (u hombre, para el caso de las damas), la vida al aire libre, la ausencia de toda ambición y la creación de una belleza nueva. Claro que este señor vivió apenas 40 años, qué que podía saber él de lo que nos pasa a los seres humanos personas después de esa edad, pero hagámosle caso por un momento. Lo del "amor de una mujer" (mujer para los machitos, hombre para las damas), se refiere a la estabilidad afectiva más o menos necesaria para cualquier cosa, como ya traté en mi envió anterior, que hasta les dejé tarea. Pasemos al siguiente punto: "la ausencia de toda ambición". Aquí como que se nos complicó la cosa ¿cómo se hace para ser feliz sin ambicionar -querer- nada? ¿No era que había que tener "motivación"? No tener ninguna ambición tiene más que ver con no vivir para el resto, para el reconocimiento de terceros. No dialogar con lo que "la sociedad" nos dice que debemos hacer/tener. Hoy por hoy nos damos cada vez más cuenta que todo nos dirige a comprar cosas, que en eso se nos va la vida. Trabajamos por un sueldo, con el que mantenemos cierto estándar de vida y andamos corriendo como locos detrás de las "metas organizacionales". Queda poco espacio para acordarse de que el trabajo es necesariamente una donación constante de nosotros a los otros. Que este mundo del trabajo en el que nos desenvolvemos todos los días -la carrera, la profesión, el puesto en determinada empresa, la hipoteca de la casa, el auto, las vacaciones, etcétera-, lo hemos creado y que es artificial. Vale cuestionárselo, entonces, salirse un poco de él y ver qué pito queremos tocar.

¿Mucho lucho? Pasemos al tercero: "vida al aire libre". En este punto me gustaría explayarme todo lo que pueda, que nunca esta demás insistir en la necesidad de mojarse los pieces en el agua, caminar debajo de los árboles o subir montañas. Todo lo que usted pueda hacer en este sentido es poco. Es bueno sudar y ensuciarse, agotarse caminando, porque ayuda a despejar los sentidos y a pensar. A conectarse con uno mismo, que digamos, ya en el paroxismo de lo cursi. Allí, en esos espacios físicos donde la huella del hombre se nota poco, más cerca estamos de los hombres, porque más cerca estamos de Dios y de nosotros mismos (A estas alturas, ya no sé si voy a ser capaz de mandarles esto, que me está saliendo de autoayuda total, que de verdad me mueve la mejor intención; que como me sirve a mí, pienso que a ustedes también).

Y, por último, la "creación de una belleza nueva". Aquí el que no crea, es que se murió y anda de puro cadáver por la vida, respirando y comiendo, pero patitieso al fin. Crear, en cristiano -para que no piensen que se trata de andar pintando cuadros, haciendo esculturas o escribiendo poemas-, es completar la creación, es darse. Es ofrecer soluciones nuevas a problemas actuales. Es darle un giro a las cosas, meterse de lleno y llevar la humanidad adelante. Siempre siento que somos todos un montón de giles moviéndonos en el espacio tiempo, vulnerables y frágiles, pero del todo amables. Que si nos miran de arriba, dirán: "y vimos que era bueno".

Así es que los invito a planificar alguna actividad física para el fin de semana, ojala acompañados, alguna excursión o algo. Y llévense un jugo rico, como el que me acabo de terminar.

Lizzy Babieca







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