Me ha hecho pensar la siguiente tesis de JaraySedal (3.10.2014):

Coincido contigo que todas esas prácticas que citas son escandalosas, pero matizo: solamente causan escándalo general las que atañen a la moral social y son reprobadas generalmente por la población. Por ejemplo, pederastia, escándalos económicos, etc. Todo lo que concierne a la vida interna del Opus desde la trampa de la vocación a la dirección y manipulación de las conciencias, que es lo esencial, no va a ocupar nunca ni un mísero titular de prensa ni va a mover, por ende, a reacción alguna del Vaticano. Vivimos en una sociedad secularizada que no presta atención a las prácticas internas de las organizaciones religiosas.

Algo de sabiduría o, mejor dicho, buena capacidad de observación de la sociedad actual aprecio en JaraySedal.

La jerarquía católica combate la secularización de la sociedad europea mediante la “Nueva Evangelización”, para lograr su recristianización. Pero eso no le impide, en medio de un mundo desafecto a los obispos, sacar algún provecho de la secularización para mantener el status quo en que los mismos obispos viven. Parece un obrar contradictorio que hubiera surgido de manera espontánea, pero no es así porque responde a criterios estratégicos de gobierno eclesiástico.

Puesto que la sociedad actual no está interesada por los tejemanejes de la vida interna del Opus, el Vaticano hace caso omiso –o apenas hace caso– a las denuncias que desde Opuslibros y otras instancias se dirigen al Vaticano solicitando que intervenga para corregir los errores cometidos por los directores de la Obra de Escrivá. El Vaticano sí toma medidas, en cambio, contra los desmanes de tipo social (pederastia, escándalos económicos, etc.) que salen a la luz pública a través de los medios de comunicación. Por tanto, aquellos abusos que, aun cometiéndose también en la Iglesia, son despreciados por la cultura secularizada como irrelevantes o carentes de interés social dejan de ser objeto de la debida atención por parte de la jerarquía católica, la cual, por ende, comulga en este punto con la sociedad secularizada. Una vez más los extremos se tocan.

Por todo eso me planteo si los obispos católicos desean en realidad recristianizar la sociedad o más bien mantener, bajo el lema biensonante de la “Nueva Evangelización”, el status quo clerical dominante en la Iglesia desde hace muchos siglos. Mientras los obispos no intervienen en la vida interna del Opus para reformarla, éste coopera con el Vaticano y con muchos obispos aportando dinero y prestando diversos servicios; se da así una simbiosis de intereses institucionales junto a un recíproco autobombo que deja de lado los valores del Evangelio, pisoteados por la Obra de Escrivá todos los días. ¿Es esa la “Nueva Evangelización”?, me pregunto. ¿Reaccionará la sociedad actual convirtiéndose la gente a la fe cristiana a partir de una “Nueva Evangelización” así entendida y vivida? La gente no es tonta y se da cuenta de que eso de la “Nueva Evangelización” no va en serio, porque se reduce a un lavado de imagen de los obispos en orden a conservar el estado de cosas del mundillo eclesial-clerical. En fin, han sido reflexiones que me ha evocado la lectura de JaraySedal.

Josef Knecht