¿Para qué sirve el sufrimiento?.- Lizzy Babieca
Fecha Wednesday, 15 October 2014
Tema 040. Después de marcharse


El sentido del dolor físico es avisar que algo anda mal en el cuerpo. Es algo bueno. De hecho, cuando ya no te duele nada, es que te curaste o que ya no tienes cura. No es, pues, algo gratuito ni vano. Sirve. El dolor espiritual o psíquico ¿para qué sirve?, ¿qué te avisa?. Avisa que algo anda mal en alguna parte de tu interpretación de la realidad, porque de hecho sufres. Sufres psicológicamente y eso se traduce en sensación de malestar físico. Duermes mal, comes nada o más de la cuenta; te duele la cabeza. Tienes sensación de cansancio. Piensas de manera negativa o no puedes pensar…



Cuando sufres espiritualmente y logras ubicar el motivo de ese sufrimiento, puedes empezar a trabajar para curarte. A veces necesitas reparación de terceros, que alguien te ayude a pensar y re-significar lo que ha ocurrido y por qué para ti eso que ha ocurrido te produce dolor interior. Si encuentras una explicación satisfactoria y lo puedes poner en palabras -los humanos habitamos el mundo que hemos creado en base a nuestras interpretaciones de la realidad y que logramos traducir a palabras- el hecho te hace sentido. Puedes seguir respirando y viviendo en el mundo de los hombres, sintiéndote tu mismo un hombre, a lo Kipling. Sin embargo, existen realidades misteriosas que no entendemos así no más. Que nos golpean sin decir agua va. Como la muerte.

Cuando amamos a alguien, le estamos dando permiso para hacernos sufrir, porque nos importa y pasa a ser otro "nosotros". Cuando concebimos a nuestros hijos, junto con la vida, le damos la muerte. Todos los que ahora respiramos, dejaremos de hacerlo en algún momento, nos enfriaremos y moriremos, como decía Mr. Keating en Dead poets society. Es así. Nunca es triste la verdad, ¿cierto? y sin embargo sufrimos la pérdida. El no tener más tiempo juntos para compartir. Me acuerdo de los versos de "Despídete", de Ella baila sola: Despídete/es el momento de decir adiós/recuerda que/los que se quedan no lo pasaran mejor/ y te das cuente que/es mas fácil esperar/ y alargar el camino/ que más tarde nos va a separar. La vida es eso, alargar el camino. El problema es que sufrimos igual cuando uno de los nuestros se muere, quieras o no quieras. Es el duelo, con su sombra negra, alargándose sobre ti, justo cuando te estás fumando el enésimo puchito quitapenas.

Recuerdo cuando me leí "Una pena observada", de C.S. Lewis. El autor había perdido a su esposa, y contaba como primero había sufrido por él, luego por ella, para terminar en el dolor de Dios. Si piensas en el Varón de dolores, aquel que tomó sobre sí TODOS los dolores habidos y por haber, la cosa se hace fácil. HAY ALGUIEN que ha sufrido lo que tú -y más- y ese alguien más encima lo hizo por ti, para que supieras que en eso no estás solo. Tiene sentido de redención. Y para mí esa redención tiene que ver con "elevación", hacerte ver las cosas de manera más clara y profunda. No con re-den-ción, en el sentido de librar a alguien del pecado y la culpa (pena de convicto). Para mi eso es lo mismo que maní. Si he de pensar en Dios, no puedo pensar en un Dios castigador, que me hace sufrir en razón de algo malo que yo hice. (Acá yo me estoy metiendo en temas guiada más por la intuición que por conocimientos acabados, así es que me perdonan las imprecisiones). Me explico: yo no castigo a mis hijos, los mando a reflexionar. Y los ayudo a reflexionar con argumentos, explicaciones, les doy tiempo. Hacerlos sufrir imponiéndoles un castigo, me parece innecesario. Si un ser limitado como yo hace eso, estoy cierta que Dios no puede hacerlo peor. Si le pedimos pan, no nos dará piedras, así estén en huelga todos los panaderos del mundo. ¿Pecado? Somos demasiado nimios y carentes como para que la culpa pueda ser arrojada sobre nosotros. Lo que necesitamos es amor, "redención" en el sentido de sabernos bellísimos por el amor que recibimos y damos. Lo que nos falte, ya lo trabajaremos luego, pero solo a partir de ahí, de la experiencia del amor.

La figura de Cristo, en este especial sentido, a mí me ayuda a entender que nunca es triste la verdad. Frente a la muerte y al dolor de la pérdida de ese ser que amamos, emerge la verdad de que no estamos solos en el sufrimiento común, en nuestra fragilidad; que estamos sostenidos, unos a otros, como las bóvedas de las catedrales antiguas en ausencia de cemento. Que es de amor nuestra real columna vertebral.

¿Entonces, para qué sirve el sufrimiento? Para avisarnos de que algo anda mal, en alguna parte. Que hay que ver cómo curarse. Al parecer, todo parece indicar que la cura es el amor, y el sentido, el aprender a amarnos y a amar más.

Lizzy Babieca







Este artículo proviene de Opuslibros
http://www.opuslibros.org/nuevaweb

La dirección de esta noticia es:
http://www.opuslibros.org/nuevaweb/modules.php?name=News&file=article&sid=22718