No creo en las casualidades, y menos en las que atañen al Opus Dei. Por lo tanto, me resulta sospechosa la coincidencia de que el joven supernumerario que fue supuestamente víctima de abusos sexuales en Granada por parte de un grupo de sacerdotes de esa diócesis, sea actualmente profesor en un colegio del Opus Dei situado en el norte de España. Y mi sospecha proviene de la olvidada denuncia, también por presuntos abusos sexuales, que los padres de un alumno de un colegio del Opus Dei de Bilbao -en el norte de España- presentaron contra un profesor* de dicho colegio, quien, según los medios de comunicación desapareció de España rumbo a Australia, ahí cerca, a la vuelta de la esquina. Ese escándalo salió en varios medios de comunicación, entre ellos en la edición vasca del diario nacional, El Mundo.

Y viene a coincidir este asunto con la ocultada y prácticamente ignorada destitución de dos obispos peruanos, pertenecientes al Opus Dei vía Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz, Guillermo Abanto Guzmán -obispo castrense- y Gabino Miranda, obispo de Ayacucho. El primero tuvo una hija con una mujer soltera que le pidió ayuda, y el segundo fue acusado de paidofilia. Y aún más recientemente, el Papa destituyó de la diócesis paraguaya de Ciudad del Este al obispo Rogelio Livieres, numerario del Opus Dei, por cobijar a un sacerdote argentino acusado de abusos sexuales en su país.

Así que al Opus Dei le viene de perlas tener en sus filas a un miembro abusado para demostrar al mundo que está con el Papa, que confía en el Papa, que secunda al Papa.

Ya lo dice el refranero español: un clavo, con otro clavo se saca.

Si la verdad nos hará libres, la sospecha nos abrirá el camino hacia la verdad.

Bastián