Dolor.- Lizzy Babieca
Fecha Wednesday, 11 February 2015
Tema 040. Después de marcharse


Una vez una amiga me preguntó qué era lo que más me dolía de mi paso por el Opus. Estábamos sentadas en un café, bajó el sol del mediodía. Ella fumaba y se tomaba su macchiato con fruición; su actitud –de encantador relajo- me recodó al Venerable Anciano, su marido, una semana antes, en el mismo lugar y hora. Le contesté a mi amiga, mirando el horizonte: “a mí no me duele nada”. Y era/es verdad. No me duele nada, nada mío al menos, de mi paso por el Opus.

Durante algún tiempo, es cierto, tuve rabia. Rabia por la manipulación psicológica y el abuso de mi buena fe. Que me hicieran dudar de mi propia capacidad de discernir. Es decir, hasta hace muy poco, cuando salieron del Opus otras de mi círculo y chequeamos historias, no tuve certeza de haber vivido lo que viví, porque te negaban la realidad. De a poco fui reconstruyendo las historias, esta vez, a plena luz. Y me dio alegría saber que mis órganos cognitivos funcionan correctamente y que no estoy mal hecha. Que puedo ir por el mundo feliz y campante. Una vez establecido el hecho de que tengo buena salud psíquica, hube de dar el siguiente paso: entender por qué fui objeto de abuso. Qué hay en mí que me hace susceptible al abuso psicológico. Y lo que vi es que tengo creencias básicas sobre mí misma que me hacen presa fácil: me creo buena, necesaria y perfectible. Lo de buena me impele a ayudar; lo de necesaria me señala que nadie puede hacer por mí lo que yo debo hacer; y lo de perfectible, es que debo trabajar mis defectos para ayudar más… Ten este perfil psicológico y te cae de cajón en primer punto de Camino. Estas ya medio cocinado.

Como siempre podrá abusar de mí alguien que requiera de mi ayuda para algo, me lo diga y sepa cómo desafiarme a mejorar, tuve que aprender a evitar este tipo de relaciones. Lo más rápido y efectivo, es solo vincularse a nivel de intimidad intima con personas que no te necesiten para nada. Suena a disparate, pero es efectivo. No hay dependencias o exigencias, y sí mucha libertad. Todos ganan, porque la amistad así considerada es más un disfrute que una empresa.

Una vez que aprendí estas cosas de mí misma, las practiqué y me puse fuera del alcance de la estupidez opusdeística o de otra cualquiera –que en el mundo hay para colonizar la galaxia-, la experiencia Opus me resultó más abordable y explicable. Entonces, ya sin cuentas pendientes, tampoco encontré dolor.

Al menos, no por mí. Por otros, sufro como dama de novela rosa. No más oler el abuso, me encolerizo. Pero luego me calmo. Hay una cuestión muy preciosa que es la libertad. Y luego también hay otra, todavía más margarita, que es el amor. Por ahí hay que ir, lento pero seguro.

Lizzy Babieca









Este artículo proviene de Opuslibros
http://www.opuslibros.org/nuevaweb

La dirección de esta noticia es:
http://www.opuslibros.org/nuevaweb/modules.php?name=News&file=article&sid=23003