Josef Knecht y el consumo de tabaco.- Rodrigo
Fecha Wednesday, 18 February 2015
Tema 070. Costumbres y Praxis


Para ilustrar aun más lo que comenta Josef Knecht sobre el vicio del tabaco en el Opus Dei, puedo testificar situaciones que viví allá por los años 80 como adscrito en Centro América.

Antes de cumplir mis catorce años y ya como candidato pitable, empecé a participar activamente de tertulias y eventos reservados solo para los numerarios. En aquellos tiempos no dimensionaba totalmente el panorama, pero me hacían sentir como el ungido entre los demás de mi curso. No pasó mucho tiempo para que alguno de los mayores me ofreciera un cigarro y fueron instantes para que me iniciara en un vicio que en mi casa con mis padres nunca había visto. Aquello se convirtió en una especie de buen secreto entre los directores, los pocos numerarios que había, el sacerdote de turno y yo. En mi casa mis padres no lo podrían saber jamás. Era un niño de 14 años, deportista, con buenas calificaciones, sin vicios y de buena conducta en términos generales.

Al convertirme en fumador, entendí que todos aquellos que estabamos cerca de ser numerarios podíamos hacerlo sin ningún problema de conciencia y poco a poco, los 5 o 6 que estábamos en esa etapa, adquirimos el vicio. No había película, tertulia, tiempo de estudio, paseo o campamento sin cigarros. No parecíamos ni monjes, ni frailes, ni sacerdotes; nos sentíamos muy hombres fumando a los 14 años y el opus nos dejaba. Luego empezó el tema de los cursos anuales. En aquellos tiempos la sede regional de Centro América estaba localizada en Guatemala. Para los que viajábamos a ese destino por primera vez y sin conocer muy a fondo en qué nos habíamos metido, el viaje era una mezcla de aventura y misterio.

Con el fin de hacernos sentir en casa, lo primero que se hacía entre chapines, hondureños, cuzcatlecos y ticos, era comprar cigarros e invitar a otros a disfrutar de marca internacionales diferentes a las que cada uno conocía. Todo a vista y paciencia de los directores. En este tema no había reparo de cantidad, ni escrúpulos de pobreza, ni recomendaciones de salud, ni nada. Era la versión ideal para cualquier joven que quería experimentar con algo prohibido, a escondidas de los padres y aprobado por todos, incluidos los directores. Para algunos que nos llevaban algunos años y otros ya mayores, saber que fumabas y comprabas tus propios cigarros, era el pasaporte para aceptarte como un adulto (y apenas teníamos 14 años algunos) o al menos así lo creíamos muchos y eso era genial.

El tema de los cigarros en el opus, era tema de hombres sin duda alguna. Viajé por Centro América, a México, a Roma, a España y viví el mismo ambiente. Casi todos fumaban y puedo asegurar que no hacerlo era mal visto o al menos llamabas la atención de la mayoría. Comprar cajas de cigarros de marcas internacionales en las tiendas libres de impuesto del aeropuerto de turno era visto como algo normal.

Ahora siendo padre de 2 niños, considero tan absurda y permisiva la actitud de todos los mayores de edad que nos rodeaban. Nos estábamos matando solos, estábamos contaminando nuestros pulmones, mientra ellos nos inflaban el ego de hombres machos y viriles. El doble discurso de la familia de sangre y el opus de familia tiene tantas contradicciones. A mis 14 años ninguno de mis "hermanos" que me "querían", se acercó nunca a recomendarme que dejara el vicio. Fue hasta que salí y comprendí lo estúpido que es, que lo dejé. Por lo que he leído de Josef Knetch el tema tiene más cola de la que me imaginé y creo que si el opus ha hecho daño en el tema emocional de muchos, pues por lo visto en el tema de salud física también.

RodrigoC









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