Fe y Razón: la beatificación de Escrivá.- E.B.E.
Fecha Wednesday, 25 February 2015
Tema 125. Iglesia y Opus Dei


Fe y Razón: la beatificación de Escrivá
25 de febrero de 2015 – E.B.E.

«La fe y la razón son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad» (Juan Pablo II, Fides et Ratio)

«La fe sin la razón corre el riesgo de alejarse de la vida concreta de las personas» (Pablo VI, Octogesima adveniens)

 

La doctrina tradicional afirma que no debería haber contradicciones insolubles entre fe y razón. Del tema han hablado los últimos papas, tanto Juan Pablo II, Benedicto XVI como también Francisco. En el Concilio Vaticano I incluso se afirma con firmeza que «a pesar de que la fe esté por encima de la razón, jamás puede haber contradicción entre ellas» (Concilio Vaticano I: DS 3017, citado en el Catecismo de la Iglesia Católica).

Si bien los principios son claros, los problemas se presentan frente a situaciones concretas, las cuales requieren también soluciones concretas...



Beatificación de Escrivá

Aquí se presenta un caso problemático. Para quienes la consideran desde la fe, la beatificación de Escrivá es una realidad determinada, mientras que para quienes la juzgan desde la razón, es otra muy distinta. Se trata de un asunto donde no habría armonía entre fe y razón, sino un gran conflicto, al parecer, irresoluble (a menos que se llevara a cabo alguna acción para resolverlo).

Quienes no quisieran poner en crisis su fe, se verían obligados –hasta el presente, al menos- a abandonar la razón o la explicación racional, a la hora de aceptar la beatificación de Escrivá, no ya su canonización (que es un paso más hacia el enfrentamiento entre fe y razón).

Lo interesante, sin duda, sería presenciar el desafío de explicar racionalmente los fundamentos de la beatificación de Escrivá. A lo sumo, por ahora, lo que queda es la esperanza en que “debe haber alguna explicación racional” que, de momento, se desconoce. Pues en sí misma, la decisión de beatificarlo, no puede ser exclusivamente del orden de la fe, es decir, que deba ser aceptada por una suerte de simple obediencia a la autoridad, que presenta dicha verdad para ser recibida sin discusión. La beatificación es un proceso racional, al margen de aquellas partes que escapan a la demostración razonada, como el milagro que se exige, entre los requisitos de dicho proceso. Por lo tanto, la decisión de beatificar a una persona ha de tener su fundamento lógico. En el caso de Escrivá, dicho fundamento se desconoce públicamente –salvo las alabanzas hacia su persona, como las del discurso papal con ocasión de la beatificación de Escrivá-, pero sobre todo, las explicaciones hasta ahora ofrecidas no resultan suficientes frente a tantos aspectos cuestionables de la vida de Escrivá, como también frente a los daños provocados por sus acciones, tantas veces denunciados en Opuslibros.

El no conocer los fundamentos más profundos de dicho proceso -pues todo el expediente de una canonización o beatificación suele ser secreto y jamás se publica- contribuye a dificultar la armonía que debería haber entre fe y razón.

Los que se van y los que se quedan

La beatificación de Escrivá es un fuerte fundamento para quienes deciden permanecer en el Opus Dei, a pesar de las contradicciones que encuentran dentro de la organización (también hay que tener una buena salud, pues pese a lo que se quiera decidir, muchos no aguantan y se van de todas maneras, pero aun así conservan un gran respeto por la prelatura y la figura su fundador).

También puede suceder lo contrario: que la beatificación de Escrivá –más que contrarrestar- se sume a las contradicciones ya existentes dentro de la institución y sea un motivo para marcharse.

Ciertamente quien ingresa hoy al Opus Dei lo hace con plena conciencia de que el fundador está canonizado, pero, con el paso del tiempo, dicha canonización puede ser un motivo de escándalo –más que de tranquilidad y paz- para aquellos que quieran armonizar su visión racional del Opus Dei –que incluye la suma de sus contradicciones internas y daños hacia otros- con la perspectiva de la fe, que dice que Escrivá es santo (no sólo él, también su colaborador más cercano ha sido beatificado recientemente).

En este contexto, ¿puede resultar extraño que muchos terminen abandonando la práctica de la religión? ¿Puede resultar extraño que muchos dejen de rezar?

Conclusiones

No se puede negar que con la beatificación de Escrivá, y más tarde con su canonización, la autoridad de la Iglesia ha dado lugar a una situación anómala y que, lejos de contribuir a la armonía entre fe y razón, ha dado lugar a antagonismos.

Los dos grupos –los que creen y los que necesitan razones- son heterogéneos, desde luego: entre quienes aceptan por la fe la canonización de Escrivá, se encuentran seguidores del Opus Dei como también sus críticos, quienes por la obediencia de la fe, se ven obligados a aceptar dicha decisión de la Iglesia. Entre quienes encuentran difícil aceptar –e incluso rechazan- dichas beatificación y canonización por falta de fundamentos racionales, generalmente suelen ser críticos del Opus Dei, a los que se suman quienes usualmente critican a la Iglesia, dando así una idea –superficial- de que quienes se oponen a la canonización de Escrivá son siempre «los enemigos de la Iglesia».

En esta división o enfrentamiento, cada parte suele acusar a la otra, diciendo unos que «la razón se ha apartado de la fe» como también, diciendo otros, que «la fe se ha apartado de la razón», sin que dichas acusaciones lleven a ninguna solución.

La síntesis a la cual se puede llegar –en esta circunstancia- es que la beatificación y canonización de Escrivá no tienen–hasta hoy- explicación racional satisfactoria, algo que no parece deseable para nadie (salvo para el Opus Dei, que le exime de toda una indagación más profunda).

El particular enfrentamiento entre fe y razón, que inauguró la beatificación de Escrivá, puso de relieve –y tal vez coronó- la característica traumática de la experiencia vivida por tantas personas que, a lo largo del tiempo, han sufrido el sometimiento de sus conciencias por parte de los superiores del Opus Dei.

El caso de A. del Portillo, en este marco, pasa a ser secundario, pues no ha sido el que ha originado este desencuentro entre fe y razón sino más bien lo ha confirmado y profundizado un poco más, pero la gravedad ha sido establecida desde el primer momento en que se decidió beatificar a Escrivá sin dar a conocer los fundamentos racionales.

E.B.E.







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