Tirando piedras sobre el propio tejado.- zartan
Fecha Wednesday, 11 March 2015
Tema 010. Testimonios


Estos días ando un poco hecho puré. Se me han juntado varios nubarrones en la selva y ando un poco depre, que a veces los nubarrones se enconan como si viviésemos en Galicia y dejan caer en continuación la persistente lluvia, tanto que creo que me están saliendo branquias. ¿O será una paletada de rejalgar?

Y como al perro flaco todo se le vuelven pulgas, el otro día se le ocurre a Agustina y a Ezequiel publicar datos sobre la muerte de Danilo Eterovic siendo imposible ya dudar si su muerte fue un accidente. Al menos antes podría pensar que su estado de salud era tan precario que un mareo, una pérdida de equilibrio, un traspié podía haber sido causa de su caída ante el tren. Ahora ya no hay manera de autoengaño. Este nubarrón me está dejando como una sopa.

Mi hermana chica me diría “eso te pasa por tener empatía y lo que pasa en esa prelatura personal ya no te debiera importar”. Ya lo sé, pero eso no me quita el dolor y la tristeza que me dejó leer esa nota del 4 de marzo. Me duele y ando desquitándome a base de darles patadas a los demás inquilinos de la selva o a mi mismo y eso no es justo, que a quien debería dárselas es a Mariano F. o al mandril que afirmó eso de “no es conocido” pero me quedan fuera del alcance. ¡Hay que ser muy palangánido para hacer esa afirmación y luego irse a hacer la lectura o la oración tan pancho! ¡Alma de corcho! Vamos, que sería para trincarlo y enfilarle un par de ornitorrincos en salva sea la parte.

Hace poco le escribí aquí a un amigo mío (nacido en Francia, que ahora vive en Italia, físico él y cuyo nombre parece que no es sano decir aquí) pidiéndole que en serio hiciesen algo más con los ex o, mejor dicho, por los ex. Ahora, querido F., creo que no es necesario que te diga nada, con D. Danilo creo que os habéis pasado mogollón de pueblos. Espero que hayáis tocado fondo y que, a partir de ahora, de verdad cambien ciertas cosas y que cambien a mejor. Palabra de Zartán que el deseo es sincero.

Creo que ya lo he contado aquí mismo pero como se espera que la gente de la tercera edad nos repitamos, nos repitamos, nos repitamos… aquí va.

No soy ejemplo de nada (y menos para quienes saben que son superiores a mí), pero recuerdo que en el siglo pasado, en un centro cercano al mío, estaba recuperándose un sacerdote que había tenido un accidente de tráfico. Estaba vivo de milagro y con mas parches, placas y tornillos que Frankestein. Había pasado una larga temporada en cama sin poder moverse y luego, además de los remiendos ortopédicos que le habían hecho los brutos de los traumatólogos, le había quedado una depresión tamaño familiar y con riesgo de autolesionarse (eufemismo usado para no tener que decir “ideas suicidas”). En ese período de tiempo yo andaba liado con redactar la tesis doctoral y todos los días, en cuanto terminaba la Misa en mi centro yo salía a medio desayunar corriendo a ese otro centro para estar con ese hermano. Hasta que yo no llegaba lo acompañaba otro de su centro y yo no me marchaba hasta que llegaba al mediodía mi relevo. Mi trabajo era interrumpido a mitad de la mañana para ayudarle a celebrar Misa y muchas veces también por paseos a velocidad de caracol por la avenida de Bayona. Y todo eso con las prisas que siempre se tienen al intentar terminar una tesis. Años después, ya en la selva que me da asilo y durante un tiempo, he tenido que hacer lo mismo con una hija mía a la que le diagnosticaron una depresión endógena severa. Las dos veces lo he hecho con el mismo cariño. ¿Nadie ha podido hacer lo mismo con D. Danilo? Aquí me viene la idea de hacer una comparación de tamaño refiriéndome al famoso caballo de Espartero pero me aguanto las ganas no sea que desdiga del cargo y posición que ocupo.

Hay, además, una diferencia que cambia la especie del hecho: en ninguno de los dos casos anteriores la depresión fue producto del abandono, de la indiferencia o de la frialdad.

Me sumo a la propuesta de Hormiguita de abrir una sección “In memorian”para todos aquellos (curas y no) que vivieron el “sufrimiento del inocente” sobre el que habla el mismo Danilo en este link.

Ya se me pasará este nubarrón y, espero, alguno de los otros pero es que hay cosas que claman al cielo.

Desde una lluviosa selva y hasta las narices de mandriles
Un abrazo
Zartan







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