Estoy sorprendida de la entrevista de Fazio en el anticatólico, muy pro-abortista y pro-eutanasia periódico español El País. Ver para creer.
Me ha irritado muchísimo la respuesta final, sobre los ex-miembros del Opus Dei. A mí, que me sacaron para “labores apostólicas" tanto dinero y me dieron la espalda cuando mis recursos mermaron, me parece que lo que dice ese señor es la mayor falsedad o bien, él pertenece a una institución homónima y diferente. Lo que el tal monseñor ha dicho, en mi caso, es una mentira. Después de ofrecer un remedo de perdón, Fazio nos hace corresponsables del “divorcio" a los que desde niños fuimos manipulados y permitimos que el Opus Dei se metiera en nuestros matrimonios, la educación de nuestros hijos, el gasto corriente, la carrera que estudiamos, la ropa que usamos, los amigos que tuvimos, los libros que leímos, los lugares de vacaciones y la fertilidad de nuestras matrices, entre otras cosas.
Cuando por fin, un día tan glorioso como doloroso, decidimos decir “hasta aquí”, el Opus Dei nos convirtió en un pañuelo desechable con mocos y nos arrojaron al basurero. Nos descalificaron con el que preguntó por nosotros, les dijeron frases como “hay que pedir mucho por ella” y literalmente nos enterraron. Toda esa dizque familia se escandaliza si te ve en la iglesia, como si ellos fueran los únicos con derecho al bautismo. La frase que Fazio proclama al final -"la mayoría de las personas que han pasado por esta situación siguen bajo el calor espiritual de la Obra, aunque no pertenezcan ya jurídicamente, y para mí es un gran consuelo que muchas de esas personas vuelven a pedir la admisión pasados unos años”- creo que es una grandísima mentira. La única manera de regresar “al calor espiritual de la Obra” es dándole dinero. Me consta, lo he visto en los pocos exnumerarios y exnumerarias que lograron colocarse en un buen trabajo y hacer patrimonio. Esa es la única manera de volver a la “madre guapa". Yo, como ahora ya no tengo dinero y ahí la voy pasando, le doy gracias a Dios de que el Opus Dei jamás volverá a tener el menor interés en mí. Mi párroco, en cambio, ese sacerdote sencillo, se interesa sinceramente por mí. Se lo agradezco. A veces los reveses de fortuna son una bendición.
Nikitasoy.
