Breve relato de la labor de San Rafael.- dominiquebauby
Fecha Friday, 29 May 2015
Tema 050. Proselitismo, vocación


Queridos Agustina y amigos de Opuslibros.

Llegué a pensar que a esta fuente de paz que se llama Opuslibros hay poco que añadir porque verdaderamente parece que todo está dicho. Pero reflexionando un poco más se puede ver que mientras haya Opus Dei habrá siempre algo que decir y no precisamente la opinión de la Prelatura, sino la real, la de aquí, la de Opuslibros.

Ese afán me anima a contarles algo de lo que me tocó a mí; es sano leernos entre todos para "curarnos en salud", como se dice por ahí. Es innecesario dar detalles exactos puesto que la "organización desorganizada" del padre Escrivá padece los mismos males en todos lados.

Resulta que con 18 años llegué al consejo de un centro de San Rafael dedicado al apostolado con la vecina obra corporativa; uno de los tantos fallidos (afortunadamente) semilleros. Ahí mismo en un ambiente de tensión semanal nos veíamos la cara 4 numerarios para dar seguimiento a todo aquello. Muy a pesar del fuego apostólico, el sentimiento de fracaso llegó a estar a flor de piel; aunque había alguna luz, predonimó la decadencia.

Las primeras juntas tuvieron alguna pizca de originalidad puesto que teníamos las listas de los jóvenes inscritos en aquél colegio. Hubo una que recuerdo en especial porque junto con el sacerdote entramos en un dinámica de voraz eficacia apostólica: resulta que íbamos leyendo en voz alta los nombres de aquellos pubertos y el sacerdote se limitaba a decir: Sí, no, no, no, sí, sí, no, no, no, sí... ¡Teníamos de nuestro lado todas sus confesiones sacramentales como primer filtro apostólico!

Cuando caminando por aquella obra corporativa me encontraba con alguno de los descartados por el sacerdote, confieso que en mi ingenuidad no sabía bien a bien qué pensar de los pecados de ese puberto que estaba vetado de pisar el centro. Qué tal malo podría ser? Seguro se masturbaba un poco más que la mayoría o no sé qué otro criterio pudiese haber sido, sobre todo estando en un colegio que no permite a padres divorciados. En fin.

Pero justamente una vez, contrario a los parámetros del sacerdote, en una vela con el Santísimo se armó un buen grupo de pubertos con un perfil un poco más interesante pero que después nos enteramos se anotaron en los horarios de la madrugada porque se fueron de putas! Y luego regresaron a una hora que nadie los viera entrando al centro, ¡y lo lograron! Todo el tiempo los cubrió otro de San Rafael... que era pitable! Ahora leyendo aquí a un ex director de mi Delegación veo que le tocaban casos similares pero con los de Casa... Todos somos pecadores.

Aunque sí llegamos a hacer un grupo con ciertas actividades y con destellos fugaces de posibles pitajes, nunca se logró que aquello tomara buen camino, que tuviera algún buen horizonte; en realidad el único que pidió la admisión de toda esa temporada fue un puberto de estilo amanerado al cual yo rechazaba en mi ridícula y falsa superioridad de macho numerario aristócrata de la inteligencia; me escandalicé y discutí fuerte con el Director de San Rafael cuando en la convivencia en la que él también estaba, me dijo que ese fulanito había pitado. !¿Cómo!? -le grité. -Sí, se lo llevó el sacerdorte a Dirección y ahí le escribió al Padre. -!¿Qué!? le volví a gritar. ¡¿Y las 3 Voluntades para que exista vocación -Dios, el interesado y los Directores-?¡. Claro, el mismo cura que desechaba candidatos a numerarios con recuerdos de sus confesiones, fue el que se tomó la libertad de aprovechar un momento de la conviviencia para someter al puberto aquél y hacerlo pedir la admisión de numerario, hoy afortunadamente ya es ex.

En fin, esta fue sólo una breve historia
Saludos a todas y todos.
Dominique.

Nota: Gracias Agustina por tu labor; nada alcanza para agradecer tu trabajo y valentía.

PS: Espero contar pronto las veces que me quedé encantado de algunas numerarias auxiliares, claro que era tema de mi Confidencia; las únicas mujeres que llegué a ver de mis 15 a 18, en la plenitud de la adolescencia. Pulsiones de un corazón que quería saber del amor real pero que vivía con total rigidez una castidad infantil.







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