El proselitismo en el Opus Dei (2).- Antonio Esquivias
Fecha Monday, 31 August 2015
Tema 050. Proselitismo, vocación


El proselitismo en el Opus Dei (2)
Antonio Esquivias

 

28.08.15

 

Vamos ahora a lo que en la entrada anterior he llamado presión (sobre los asistentes)… ¿Cómo se consigue esa “presión”?

Primero están de modo continuo las actividades que se realizaban primariamente en el autobús o en la residencia en la que se vivía en Roma. En el autobús se hacían todas las normas del denominado plan de vida de un numerario: media hora de oración por la mañana y otra media por la tarde, 15 minutos de lectura espiritual y del Evangelio, Rosario, examen de conciencia por la noche… Además se acudía cada día a la Santa Misa, resolviendo los problemas que fuesen necesarios. Los numerarios procuraban hacer cada una de esas normas diarias con alguno de los asistentes no-opus del autobús. En la residencia en la que se vivía en Roma se organizaban hasta las tertulias nocturnas aparentemente espontáneas que se organizan siempre que se reúnen jóvenes fuera de su casa...



La segunda actividad era la visita a la cripta donde estaba enterrado el fundador del Opus. Se tenían horarios muy estrictos y reducidos ya que debido al elevado número de asistentes global de la convivencia, teniendo en cuenta también las chicas, y lo reducido del lugar, al que se bajaba por unas angostas escaleras, no se cabía. Cada visita se preparaba con metas específicas para cada asistente que bajaba acompañado del correspondiente numerario. Se rezaba de rodillas alrededor de la lápida de mármol de la tumba, que se llenaba de rosarios, crucifijos y todo tipo de objetos que se quería que estuviesen en contacto con el mármol.

Tercero, los encuentros con el prelado, Álvaro del Portillo. Estos encuentros, en un espacio amplio y con todos los asistentes masculinos o femeninos a la convivencia se realizaban en Cavabianca, en la plaza central de ese gran conjunto de residencias, que se cubría con una carpa. Todo estaba cuidadosamente preparado, desde las preguntas a realizar al Prelado, hasta quienes subían al estrado cerca de él, también los objetivos para cada asistente y quien iba a hablar con él y recoger sus impresiones y subrayar lo que se viera conveniente de las palabras del Prelado. Estos encuentros se denominan tertulias, pero no hay nada con mayor preparación. Las preguntas se recogen de cada autobús por parte del director de la Delegación que las escoge en función de los asistentes, incluyendo quién es “conveniente” que pregunte. Un director de Roma hace la selección de lo que efectivamente se preguntará en función de diversos intereses.

Cuarto, están las audiencias con el Papa. El primer año que yo fui, 1978, el Univ era sencillamente uno de los restantes grupos de la audiencia que Pablo VI daba los miércoles en el aula Nervi. Además de esto solamente estaba la bendición Urbi et Orbe del domingo de Pascua entre la multitud de la plaza de San Pedro. Con Juan Pablo II la cosa varió radicalmente y el Papa pasó a ser la actividad central de la convivencia. En el primer año con Juan Pablo II, 1979, el único cambio previsto era la audiencia en el aula Nervi, aunque exclusiva para Univ. Sin embargo los diferentes grupos de la convivencia estuvieron casi constantemente durante toda la semana con cánticos y gritos en las ventanas de los apartamientos pontificios que dan a la plaza de san Pedro. Esto acabó produciendo la gran sorpresa de la última tarde, la del domingo de Pascua, donde todo el Univ estaba en la plaza para despedirse. De pronto se corre el rumor que se transforma en certeza, la convivencia entera entra en el Vaticano hasta el patio de san Dámaso y allí se produce un encuentro con el Papa que desata el delirio de los asistentes. El encuentro se volverá a repetir en ediciones posteriores introduciendo al Papa como elemento activo del proselitismo del Opus.

Quinto, están los oficios de Semana Santa que se celebran en sendas Basílicas romanas, una para las chicas y otra para los chicos. Claro todo se hace paralelo para chicos y chicas, aunque perfectamente separados como siempre en el Opus. Además para algunos escogidos hay invitación para acudir a la sede central en los oficios del Prelado y para otros invitaciones para los oficios del Papa. Hubo un año en el que todos acudimos a los oficios de la vigilia Pascual con el Papa.

Sexto. Una actividad que rellena todos los huecos que quedan de las demás actividades es visitar Roma. Hay un montón de visitas programadas para visitar las raíces cristianas de Roma, las catacumbas, los foros, las 4 Basílicas mayores con toda la historia que acumulan dentro,… No deja de ser una actividad más de la convivencia que completa todas las demás y le da profundidad histórica y cultural a la luz del cristianismo visto por los numerarios. En Roma todo sirve para hablar del cristianismo, de cuando la sociedad no estaba descristianizada como ahora, se subraya, de cómo puede ser un futuro con santos cristianos caminando por la calle, de la necesidad de nuevos compromisos cristianos.

Bueno, era un total de 228 horas en las que salvo las de dormir el martilleo sobre las ventajas de la vocación a la Obra son continúas, utilizando además las máximas armas posibles, el Papa y el Prelado. Es decir lo más alejado que se pueda pensar de la tranquilidad y serenidad donde debe producirse un discernimiento vocacional adecuado. En las antípodas de la garantía de la libertad personal: baste pensar en el impacto personal que sufría cada uno de esos jóvenes. Aunque debo decir que tremendamente eficaz en su objetivo inmediato: conseguir que muchos jóvenes escribiesen la carta al Prelado solicitando la admisión en el Opus.

Otra cosa diferente es el índice de perseverancia de esas vocaciones, ya que sufrían una autentica descompresión al regresar a las situaciones ordinarias de su vida. Todavía recuerdo el caso de dos universitarios de primer año que acudieron a la convivencia un año y se resistieron a pitar durante toda la convivencia, aunque por fin aceptaron escribir la carta bajo la columnata de Bernini en la Plaza de san Pedro a última hora de la última tarde. Solo fueron del Opus el viaje de regreso en el que se trató de atenderlos dándoles la primera formación prevista para los numerarios (la tarea estrella en el regreso). Lo cierto es que al volver a Madrid no llegaron a pisar de nuevo el centro del Opus al que acudían.

La entrega como numerario se planteaba de modo pleno, sin condición alguna. No se informaba cómo posibilidad de los diversos pasos jurídicos necesarios para hacer la incorporación. Se iba a saco y a fondo. Efectivamente el derecho exigía ya entonces dentro del Opus primero una petición de Admisión, a los 6 meses hacer esa Admisión, luego viene una incorporación temporal por una año, la oblación, que se debe repetir 5 veces antes de hacer la incorporación definitiva. Todas estas garantías del derecho no se planteaban, se planteaba la entrega total sin paliativo alguno. En muchos casos a menores de edad, garantía que posteriormente se añadiría por la Iglesia (no a petición del Opus), pero entonces no existía y desde los catorce años y medio se pedía la admisión como numerario con la plenitud de exigencias que eso comporta.

Todas las personas que se hicieron apresuradamente del Opus en esas jornadas y que lo dejaron casi inmediatamente espero que hayan hecho reaccionar y que no sean sencillamente cadáveres que se han quedado en la orilla del rio del crecimiento del Opus, victimas necesarias. Fueron muchos años y se funcionaba así en todas partes.

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