Después de que me metieran en el redil del santo marqués, me di cuenta de que me habían tratado como a un cordero, animal que, después de todo, no tiene mucho de qué avergonzarse en cuanto a su simbología mística y moral (Agnus Dei...). Pero más adelante vi que me acosaban para que me convirtiera en un lobo, como aquellos que me habían acosado para llevarme a tal redil. Pronto me di cuenta de que yo no estaba hecho para aquello, y al cabo de los años mi total fracaso en el proselitismo, único y verdadero fin de la cosa, y que seguro que sigue anotado en algún sitio, es algo que me honra y me tranquiliza la conciencia.
Pepito