Dificultad para discernir si se trata o no de pederastia.- Josef Knecht
Fecha Wednesday, 21 October 2015
Tema 030. Adolescentes y jóvenes


Tanto Gervasio (9.10.2015) como Ramón (16.10.2015) han planteado la cuestión sobre la dificultad de discernir en algunos casos si ha habido o no realmente un abuso pederástico. A decir verdad, no siempre es fácil de discernir. Me remito a una obra de teatro que estuvo en cartelera en “La Abadía” de Madrid del 8 de octubre al 2 de noviembre de 2014, titulada El principio de Arquímedes, de Josep Maria Miró. Aquí no se lleva a escena el sufrimiento de la víctima infantil, sino la perplejidad de un monitor de natación que es acusado de haber cometido un abuso, cuando en realidad se limitó a tratar cariñosamente a un niño por motivos pedagógicos. Es de esas obras teatrales que hacen pensar e involucran la conciencia del espectador. La moraleja podría resumirse así: cuando la sociedad exacerba ciertos temas (como pasa actualmente con la hipersensibilidad a la hora de denunciar casos de pederastia), el motivo de fondo no sólo radica en la búsqueda de la justicia y en el fomento del progreso social, sino también en un arraigado afán, recóndito en el subconsciente humano, de expurgar nuestras angustias o miedos recurriendo con cierta ofuscación a un pretexto que reúne todos los requisitos de causa justa. De ser cierta la tesis de la mencionada obra teatral, puede haber algunos casos dudosos en que la acusación de abuso sexual con un menor no tenga fundamento real, sino subjetivo o psicológico por parte de los denunciantes e incluso de algún colectivo.

Precisamente para salir de dudas, están los tribunales de justicia, que deben dilucidar a partir de las pruebas disponibles si ha habido abuso o no; y esos tribunales, sean eclesiásticos o sean civiles, serán tanto más objetivos cuanto menos jueces y otros burócratas escrivarianos haya en ellos, si se juzga un asunto en el que la Obra de Escrivá está implicada.

Me ha gustado mucho el último escrito de Ramón (16.10.2015), tan certero y optimista como siempre. Es del todo cierto que en la época de los Padres de la Iglesia, es decir, la antigüedad cristiana, los obispos actuaban en su comunidad de manera mucho más directa que en la actualidad. Entre la antigüedad y el mundo contemporáneo ha transcurrido mucho tiempo; probablemente Ramón sabrá que en la Edad Media las órdenes religiosas, en concreto los monasterios, consiguieron violentar una sana eclesiología para inventarse el concepto de “exención”, es decir, los monjes lograron quedar exentos de la jurisdicción del obispo del lugar en que se encontraba el monasterio, para pasar a depender jurisdiccionalmente de la Sede Apostólica romana. Aunque el Concilio Vaticano II (1962-1965), fundamentándose de nuevo en una sana eclesiología, se propuso eliminar del derecho canónico la exención de las órdenes religiosas, ésta aún sigue vigente en la práctica, pues por desgracia no se quita de un plumazo algo que arrastra tantos siglos de historia y que ha generado todo tipo de intereses creados ancestrales (como también rivalidades absurdas que muchas veces se han alejado del buen Espíritu evangélico). La reforma eclesiástica del Vaticano II todavía está pendiente de llevarse a cabo en muchos de sus aspectos, y por eso al actual obispo de Bilbao le puede venir bien recurrir al concepto de “exención” –no vigente en teoría, pero que en la práctica aún proyecta una sombra muy alargada–, para no cargar con la parte de responsabilidad que le incumbe en el caso Gaztelueta, como comenté en mi nota del 9.10.2015.

Comprendo, por tanto, el malestar de los padres del niño ante el obispo de Bilbao, don Mario Iceta, que los ha tratado con mucha frialdad, según expresan en el manifiesto que Agustina nos dio a conocer el pasado lunes.

Josef Knecht









Este artículo proviene de Opuslibros
http://www.opuslibros.org/nuevaweb

La dirección de esta noticia es:
http://www.opuslibros.org/nuevaweb/modules.php?name=News&file=article&sid=23536