Las llaman con una campanilla.- Manzano
Fecha Monday, 11 January 2016
Tema 077. Numerarias auxiliares


“La embajada ocupa el viejo palacio Monaldeschi, en plena piazza di Spagna,… Allí fue embajador el conde de Olivares, padre del Conde-Duque, que llamaba al servicio con una campanilla, y cuando el embajador de Francia protestó por ser ése, al parecer, un privilegio papal, el conde instaló una culebrina en la azotea y los llamaba a cañonazos. Como consecuencia, el Papa le permitió usar la campanilla,… y es que Roma está llena de este tipo de historias.”

Es transcripción literal de una anécdota contada en el interesante libro "Valió la pena" de Jorge Dezcallar, ex embajador ante la Santa Sede, Marruecos, Estados Unidos, además de haber ocupado otros altos cargos. Una persona extraordinaria.

Este detalle me ha despertado muchos recuerdos. La campanilla es el instrumento que los directores usan en el comedor para llamar a las auxiliares, las sirvientas que atienden a los numerarios en los centros del Opus Dei. También en las casas donde celebran retiros, convivencias, etc.

Lo que ignoro es si el fundador Escriba obtuvo bula papal para implantar esa costumbre en sus dominios o simplemente prescribió dicha sonora costumbre a sus “hijos” para emular un pretendido linaje aristocrático, el cual se ha demostrado falso.

Sea lo que fuere, además de anacrónico, ese proceder parece humillante; bastante frecuente en las praxis internas opusinas, aunque ellos lo califican de comportamientos con visión sobrenatural.

Ni a las mascotas se las trata así, más habiendo sobrados recursos tecnológicos para realizar cualquier tipo de llamada. Con más razón si hay que salvar miles de kilómetros, los que ellos mismos imponen para separar a sus dos secciones, la masculina y la femenina. El refectorio sería la zona cero, el meeting point, el punto crítico.

Pávlov usaba la campanilla para llamar a su perro en sus experimentos en el campo precisamente de la fisiología digestiva y eso era a finales del siglo XIX.

Por lo demás nada especial o fuera de lo ordinario en esos reducidos ambientes. Entre hermanos es de lo más corriente llamarse con el sonido de una campanita. Imagino la cantidad de ex-numerarias auxiliares que, habiendo -gracias a Dios- normalizado su vida, cada vez que oyen un pequeño repique donde sea, el corazón se les acelere. Un estigma más por haber pasado por la secta. En recuerdo y homenaje a todas ellas, hoy he programado tal sonido en mi teléfono móvil para que así suene cada vez que reciba una llamada.

Manzano









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