Puntos sobre las íes.- Josef Knecht
Fecha Monday, 18 April 2016
Tema 070. Costumbres y Praxis


Muy buena ha sido la carta de HeCheCe (15.04.2016) a Agustina, porque su testimonio es de lo más sincero y real. Ahora bien, debo poner los puntos sobre las íes. Desde mi primera intervención sobre el tabaquismo en el Opus (16.02.2015), no fue mi motivación acusar al Opus de promover este hábito. Si se lee bien aquel escrito mío, se comprobará que mi intención fue criticar la idea absurda de que el hecho de permitir fumar sea signo de mentalidad laical. Como afirma Ana Azanza (8.04.2016), es también una idea carente de madurez.

 

Josemaría Escrivá mandó fumar a don Álvaro del Portillo, recién ordenado sacerdote, no porque quisiera fomentar el tabaquismo –esto no lo ha dicho nadie en esta página web–, sino porque deseaba dar a sus hijos sacerdotes una apariencia de “normalidad”, una normalidad social como la que tan bien describe HeCheCe en su carta testimonial, para así distanciarse de la praxis de los religiosos, que no fumaban. Este fue el núcleo de mi crítica. Que el Opus de aquellos decenios (años 60, 70 y 80 del siglo XX) fomentara el tabaquismo es una cuestión colateral que se deriva indirectamente del núcleo central de mi argumentación. Debatir si el Opus fomenta o no el tabaquismo es, en parte, salirse por la tangente, pues lo que el Opus fomenta con el consumo del tabaco es ante todo y sobre todo una imagen externa de laicidad, que no se corresponde con la vida interna de los numerarios, en casi todo copiada de la praxis de los religiosos. Esta es, en resumen, mi crítica: que el Opus pretende dar una falsa imagen de laicidad usando el tabaco como pantalla de humo que encubre una forma de espiritualidad copiada de la vida de los religiosos.

 

Mi crítica contiene otro argumento en orden a mostrar que el mandato de Escrivá a Portillo no fue coherente. Si de verdad hubiera habido en el Opus una auténtica mentalidad laical, también a las mujeres se les habría reconocido con total naturalidad la libertad de fumar o no. Excluir a las numerarias y agregadas de la posibilidad de fumar, prohibiéndoselo como a las religiosas, demuestra que en la mente y el corazón de Escrivá predominaba el ideal de vida religiosa como modelo de praxis para sus hijos e hijas célibes. La excepción que dio a los varones en ese ámbito respondía sobre todo a una estrategia de imagen, de falsa imagen para diferenciarse en apariencia –que no en realidad– de los religiosos.

 

El tema de la vida religiosa como modelo de la vida interna de los miembros célibes del Opus ha sido mucho y muy bien tratado por Haenobarbo en esta página web, y a sus sabios escritos me remito. También lo han tratado –y muy a fondo– la monografía de E.B.E. (2012) y el artículo de Elena Longo publicado en la revista italiana Claretianum 46 (2006) págs. 413-397, titulado Vita quotidiana di una numeraria dell’Opus Dei (1971-1988). Por cierto, releyendo el magnífico artículo de Elena, que pone en evidencia la praxis frailuna de las numerarias, he caído en la cuenta de que no alude a la prohibición de fumar de las mujeres en el Opus. También constato esta laguna en el libro Ser mujer en el Opus Dei. Tiempo de recordar de Isabel de Armas (2002). Y es que la psicología humana actúa espontáneamente muchas veces así: lo más obvio queda obviado en la práctica cuando en teoría se tendría que abordar o, al menos, mencionar.

 

Por eso, es de lamentar –ahora ya doy el salto desde el núcleo argumental al aspecto colateral del fomento del tabaquismo– que justo el detalle de fumar fuera el que Escrivá eligiera para aparentar un comportamiento de cristianos corrientes en medio del mundo, y es lamentable porque el tabaco causa graves daños a la salud. Si Escrivá hubiera prohibido fumar a los varones como lo prohibió a las mujeres, todos los miembros del Opus se hubieran evitado graves problemas de salud. Pero de lo que se trataba era de aparentar laicidad y normalidad social, de ahí que se diera libertad de fumar a los varones del Opus, a la vez que se elogiaba en grado máximo el gesto de obediencia del ejemplarmente fiel don Álvaro. Con esto se fomentaba en aquellos años, por vía indirecta, el tabaquismo entre los varones del Opus.

 

Así veo las cosas porque así las viví. Me cuesta entender que personas inteligentes como Supo y HeCheCe no vean un fomento –indirecto, claro está– del tabaquismo por parte del Opus entre los miembros varones (lo califico de “indirecto”, porque lo que directamente se fomenta es la falsa apariencia de laicidad). Me da la impresión de que, en el fondo, Supo y HeCheCe acaban asumiendo la versión oficial de la prelatura personal: que los miembros varones del Opus son cristianos corrientes en medio del mundo y que no viven como los religiosos, y una prueba de ello es la libertad en el consumo del tabaco. Esta es precisamente la conclusión a la que la versión oficial del Opus desea que la gente llegue. Supo y HeCheCe han picado muy bien el anzuelo que el Opus lanza en su versión oficial.

 

Josef Knecht









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