Enfermedad y discernimiento.- Entregado
Fecha Wednesday, 04 May 2016
Tema 105. Psiquiatría: problemas y praxis


Era “de mal espíritu” ver cosas negativas en la Obra y reaccionar mal contra cualquier cosa que se dijera “oficialmente”. Eso, y el secretismo de que “las cosas de casa no se comentan con los extraños” llevaba a un atenerse a lo que “oficialmente estuviera bien” (de ahí que yo siga aferrándome a lo que diga mi director espiritual literalmente o lo que diga mi terapeuta palabra por palabra, pues el miedo a decir algo incorrecto nace de ahí y del miedo a una supuesta locución de la Virgen diciéndome “no peques más” –en realidad una psicosis-).

En ningún caso estaba justificado decir una “mala palabra” o valoración de que algo estaba objetivamente mal. Ni siquiera cuando me dio la depresión clínica y dejé de comer me permití decir que algo estaba mal en la obra. Simplemente me puse en manos de los superiores, que tendrían razón como siempre, y salí porque me lo recomendaban los superiores mismos. No porque yo viera nada malo en todo esto, pues me lo había prohibido mi adoctrinamiento. Cuando un superior dijo “esta enfermedad es algo que viene de Dios”, lo acepté como interpretación “correcta” a la que aferrarme.

Me llama ahora la atención que el superior no tomara ningún tipo de responsabilidad mas que la de mandarme al psiquiatra, y que ni siquiera en tales circunstancias se me mandara a un psicólogo o una terapia. El psiquiatra daba por bueno que dijera que “debido a mi dependencia sexual anterior” ahora estaba clínicamente deprimido y así lo veía yo también. También me llama la atención que cuando le comenté a mi confesor que la Virgen me había dado una locución, él no dijo nada al respecto, ni lo negó ni lo afirmó. Ni parecía tener el suficiente conocimiento psicológico de que probablemente se tratara de una psicosis debido a la fuerte angustia por luchar por la santidad.

Este “no peques más” me ha influido tremendamente de forma negativa, en la imagen que tengo de María (una autoridad que me impele a dejar de pecar, no a amar) y en la continua sobreexigencia que me ha impuesto inconscientemente, en mi lucha por no pecar jamás.

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