Comparaison peut être raison.- Josef Knecht
Fecha Monday, 27 June 2016
Tema 100. Aspectos sociológicos


Quisiera mediar modestamente en la más que interesante discusión que Ana Azanza ha suscitado desde hace pocos días en esta página web profundizando en el contexto franquista de la Obra de Escrivá. Dos posturas se han dibujado hasta ahora en Opuslibros: la de Ana, Ramón y Dionisio, por un lado, y la de Curial y JaraySedal, por otro. Por mi parte, tiendo a inclinarme hacia la primera de las dos, porque estoy de acuerdo en que el nacimiento y primer desarrollo de la Obra de Escrivá no se entienden sin el régimen de Franco...



El libro de Isabel de Armas Josemaría Escrivá y Pedro Arrupe: Cara y Cruz ¿de una misma Iglesia? (Iepala editorial, Madrid 2008), en las páginas 327-329, traza breves, pero acertadas, pinceladas sobre algunas características peculiares del catolicismo español, y recomiendo leer esas páginas a quien esté interesado en este debate. De hecho, las transcribí en una nota del 21.05.2012.

 

“Comparaison n’est pas raison” afirma la sentencia francesa que Curial nos recordó. Pues bien, a veces comparar es del todo compatible con la razón y con la ciencia, de manera que “comparaison peut être raison”. Ahí están, si no, las disciplinas del Derecho Comparado y de la Literatura Comparada, muy fecunda, que no se limita a analizar fuentes comunes a obras y autores literarios distantes geográfica o cronológicamente, sino también a establecer paralelismos antropológicos entre varias obras aunque no dependan de fuentes comunes. Esta metodología es la que, si no me equivoco, aplica Ana Azanza en su comparación entre los métodos (de)formativos del Opus y los de los internados en la España franquista. En realidad, más que comparar, Ana pretende contextualizar en el plano histórico y sociológico la realidad vital del Opus en su período fundacional, empleando un método parecido al de ciencias como la Literatura Comparada. Con ello no se atribuyen al Opus más “muertos” de los que ya tiene (ni el Opus era responsable de lo que pasaba en los internados, ni éstos influían para nada en la vida del Opus), sino que se contextualiza el Opus en la sociedad franquista, porque, aplicando el método comparativo a instituciones contemporáneas, se puede describir en distintas facetas sociales lo que en alemán se denomina el “Zeitgeist”, esto es, el “espíritu del tiempo” o el “espíritu de una época”.

 

En este orden de ideas, tal vez aportaría muchas luces, para entender mejor el Opus en su período fundacional, comparar la Sección Femenina del Movimiento Nacional y la Sección de mujeres del Opus Dei. Se me podría objetar con toda razón que no es lo mismo un partido político que un grupo religioso y que la Falange Española y el Opus mantuvieron pésimas relaciones. Pese a ello opino que, salvadas las distancias, se encontraban en ambas Secciones femeninas bastantes rasgos comunes que sin duda respondían a un mismo “espíritu del tiempo” en lo referente a la función social de la mujer.

 

Y, para terminar, aporto un apunte respecto a la “Santa Escuela de Cristo”, que, como bien explica Pinsapo, fue fundada en Madrid por el padre Ferruzzo y por Juan Palafox Mendoza en el siglo XVII. Conviene saber que Palafox era un personaje estimado por Josemaría Escrivá y sus hijos más fieles, y, por eso, la Universidad de Navarra lo ha estudiado a fondo y quizá lo siga incluyendo en el futuro entre sus líneas de investigación histórica; puesto que nació en Fitero (Navarra), también parece razonable que la mencionada Universidad lo estudie. La versión oficial del Opus parangona a Palafox y Escrivá porque ambos fueron clérigos seculares (es decir, no fueron religiosos) que promovieron sendas espiritualidades laicales y también porque ambos padecieron serios encontronazos con los jesuitas en sus respectivos contextos históricos. Tengo entendido que, tras la muerte de Palafox, los jesuitas pusieron muchas trabas en su proceso de beatificación, lo que explica entre otras causas que, si bien el proceso se inició en 1726, Palafox fuera beatificado en 2011.

 

Además, equiparar el obispo Palafox con el presbítero Escrivá insinúa que a Escrivá se lo debería haber nombrado obispo, tal y como él mismo deseaba según ha demostrado esta página web. Fijémonos con qué astucia actúa la versión oficial del Opus: por un lado, en las biografías oficiales y hagiográficas de Sanjosemaría se ocultan sus pretensiones, frustradas, de acceder al episcopado, para dibujar un santo humilde, olvidado de sí mismo y volcado de lleno en su vocación fundacional; pero, por otro lado, se lo equipara a un obispo del siglo XVII para dar a entender de manera subliminal que las pretensiones episcopales de Escrivá estaban justificadas y que, por tanto, obraron mal quienes impidieron tal nombramiento (¿tal vez jesuitas que trabajaban en la curia vaticana?: no estoy seguro de esta última afirmación; es éste un tema que aún está por investigar).

 

Por todo ello, estoy mucho más de acuerdo con el libro arriba citado de Isabel de Armas, según el cual la espiritualidad escrivariana tiene profundas raíces jesuíticas e ignacianas. La versión oficial del Opus, acentuando paralelismos entre Palafox y Escrivá, distorsiona, a mi modo de ver, la realidad de la espiritualidad escrivariana, porque soslaya los muchos aspectos que, tomados de la espiritualidad de los religiosos y, en concreto, de los fundadores de la Compañía de Jesús, configuran la espiritualidad del Opus, como se puede constatar, por ejemplo, en Camino (Valencia 1939): véase mi reciente nota del 23.03.2016. En el caso de esta comparación entre Palafox y Escrivá, sí es válido el refrán francés “comparaison n’est pas raison”, porque es tendenciosa por parcial al no considerar todas las fuentes de la espiritualidad de Escrivá, sino sólo un remoto antecedente que conviene a la versión oficial del Opus. Por cierto, ¿leyó Escrivá obras ascéticas de Palafox?, ¿lo cita en alguna ocasión, como cita a san Ignacio y a san Francisco Javier en los aforismos 11, 402, 470, 474, 798 y 931 de Camino?, ¿en qué momento y con qué finalidad Escrivá y los suyos empezaron a interesarse por la figura de Palafox? La documentada aportación de Pinsapo es, pues, muy de agradecer.

 

Josef Knecht







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