Las recientes colaboraciones de Pinsapo y de Fueraborda.- Gervasio
Fecha Monday, 18 July 2016
Tema 010. Testimonios


He disfrutado de lo lindo leyendo los escritos de Pinsapo sobre las Escuelas de Cristo. Eso de la “discreción” efectivamente recuerda mucho al Opus Dei, tanto por lo que se refiere a no revelar la pertenencia a la institución de las personas, como en lo de dar a conocer lo menos posible los entresijos y estatutos de la institución misma. En lo que no me recuerda nada al Opus Dei es en que a esas Escuelas pueden pertenecer —si no he entendido mal— personas de todo estado y condición, mientras que en el OD quedan absolutamente excluidos los religiosos. ¿Por qué? A mi entender, porque el OD y los religiosos pertenecen al mismo género...



Un jugador de fútbol, pongamos por caso, no puede formar parte simultáneamente de dos equipos que se enfrentan en la misma competición. Cada jugador puede pertenecer a las más variadas asociaciones e instituciones con tal de que nada tengan que ver con el fútbol, como las cofradías de semana santa, La Real Academia de la Lengua, las asociaciones gastronómicas o las relativas a la pesca de río o a la numismática. El Opus Dei acoge en su seno sólo a quienes se entregan con total —en el caso de los numerarios—  o parcial dedicación a llevar a cabo las tareas propias de la prelatura; unas tareas cuya iniciativa emana de su sede central radicada en Roma. Hay tres clases de socios —miembros, fieles o personas—: los numerarios, los supernumerarios y los agregados. Los supernumerarios coinciden con los miembros de las llamadas terceras órdenes de que habla el canon 303: Se llaman órdenes terceras, o con otro nombre adecuado, aquellas asociaciones cuyos miembros, viviendo en el mundo y participando del espíritu de un instituto religioso, se dedican al apostolado y buscan la perfección cristiana bajo la alta dirección de ese instituto. Los conocidos como “agregados” se asemejan a los hermanos legos de las órdenes religiosas, no sólo en el nombre —antes se llamaban oblatos—, sino también en que sólo excepcionalmente, acceden al sacerdocio y aun así en calidad de adjuntos. Me acuerdo de que tiempo ha, el cargo de sacristán de la iglesia de San Miguel de Madrid —confiada a la Obra— estaba desempeñado por un agregado cuyo nombre no recuerdo, pero sí su apodo. Era conocido como El Desteñido. Nunca se hubiese asignado ese cargo a un numerario. No quiero divertirme demasiado. En fin, que ciertamente ser del Real Madrid y ser del Atlético de Madrid son cosas totalmente diferentes. Incompatibles. No lo niego. Totalmente diferentes, pero pertenecientes a un mismo género. El género es el mismo. De ahí la incompatibilidad. En las diócesis y demás realidades seculares, en cambio, tienen cabida los elementos eclesiales más diversos: tanto el Opus Dei como variadas órdenes y congregaciones religiosas, institutos seculares, además de otras iniciativas y movimientos eclesiales.

Pinsapo presenta a estas escuelas como un precedente de los institutos seculares. No veo tan claro que se las pueda considerar un precedente. Los institutos seculares responden a la idea de que los consejos evangélicos también pueden practicarse en el mundo. Así lo proclamaba con satisfacción y cierta petulancia  San José María Escrivá en su conferencia de 1948 La Constitución Apostólica “Provida Mater Ecclesiae”y el Opus Dei. Él era nada menos que el que había fundado el primer instituto secular —¡qué honor!—, el primum institutum, el primum inter instita. Así logró que se titulasen dos documentos relativos a la aprobación del Opus Dei. Quizá Pinsapo podría aclararnos si esas Escuelas se dedicaban o no a promocionar los consejos evangélicos. Me parece que sólo lo hacían con los religiosos. Los demás no tenían que profesarlos. Carecían y carecen —quizá me equivoque— de clero propio; es decir de clero incardinado en la propia institución como consecuencia de tener seminarios propios. ¿Es así, Pinsapo?

Se comprende que Escrivá rodeado e influido por aquellos señores pertenecientes e impulsores de un movimiento laical y secular, diese vida a algo que inicialmente era parecido a las Escuelas, algo de naturaleza secular. Pero aquello derivó, con la ordenación de los tres primeros sacerdotes, hacia un  instituto secular clerical y posteriormente hacia una prelatura personal, en la que unos laicos son llamados a cooperar en unas tareas sacerdotales al frente de las cuales se encuentra un prelado. ¡Laicos, cooperad conmigo!

Pinsapo nos habla de la figura del “Obediencia”. No la he entendido bien. Me gustaría que nos la explicase más. No sé si el “Obedienia” podía ser tanto un clérigo como un laico. Tampoco aclara bien lo de la dirección espiritual. Por un lado dice que el Obediencia era director espiritual y por otro que los pertenecientes a las Escuelas de Cristo podían dirigirse espiritualmente con quien tuviesen por conveniente. También tengo curiosidad por saber si esas Escuelas —al parecer no se han extinguido— tienen o no una casa central en Roma. Imagino que no. Es pena que no conozcamos sus constituciones o estatutos. A lo mejor compró los derechos de autor Scriptor S. A. Quizá pudiésemos hacer una cuestación para comprárselos.

José María Escrivá en sus comienzos madrileños, como nos da a conocer Pinsapo —yo al menos no lo sabía—, se rodeó de gentes de las Escuelas de Cristo: García La Higuera, Casimiro Morcillo, Manuel González, Fray José López Ortiz, etc. Por cierto que Escrivá no defendió su tesis doctoral —en su tribunal estaba ciertamente Fray José López Ortiz— sobre la Abadesa de las Huelgas en 1944, sino en 1939. Lo que presentó en 1939 —que no obtuvo la máxima calificación, sino un modesto sobresaliente— fue “misteriosamente” sustraído de la Universidad Complutense y sustituido por un libro impreso posterior cuya primera edición es de 1944.  Se ve que Escrivá no pudo soportar la humillación de que se conociese lo que presentó en 1939.

        A lo que iba, que me estoy divirtiendo. Quisiera como colofón felicitar a Fueraborda por darnos a conocer su testimonio y sus vivencias en su paso por el OD. Se expresa con admirable frescura y elegancia. Gracias por tus escritos, Fueraborda.

Gervasio







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